labra HISTORIA. La historia son los viejos. Todos los viejos tienen temperamento histórico. En épocas de violenta transición los ancianos son los hombres más incapaces de entender. Yo creo poco favorable para Francia, por ejemplo, que su mayor autoridad gubernativa este depositada en un octogenario, como es Clemenceau, pues vemos que hay cosas evidentes de las que tarda un poco en enterarse, aun de las que el gran Wilson explica con notoria claridad. Hay que quitarle estimación a la Historia y más aún a los argumentos históricos. Guárdense Uds, sobre todo de preguntar si son viejos o jóvenes los verdaderos autores de las verdaderas evoluciones. Yo sé por quien lo digo.
El hombre, a semejanza del árbol, es más fuerte, más recio y más frondoso cuanto más profundas tiene sus raíces en el terruño nativo. Más es un hombre de su tiempo, y más trasciende a lo futuro, cuanto más ahonda en las entrañas de su tierra, de su patria, de su historia, de su tradición. Pasan entre el vulgo por hombres nuevos, progresivos y creadores los jacobinos del arroyo, los charlatanes de la plazuela, los sofistas de la tribuna, los pregoneros del mitin. Error, funestísimo error, miserable error! Eso es la selva humana, son los parásitos viles, los bejucos viciosos, las hojas marchitas, las ramas muertas, cuando no las serpientes venenosas. El hombre grande, heroico, verdadero, es como la encina, que se asienta en la montaña y la perfora con sus raíces para sorber el jugo de los escondidos manantiales. Ay de vosotros, los que vivís en flor de surcos, sin alas para subir al cielo, ni bríos para cavar la tierra!
No siņ trabajo ni sudor se logran el pan del cuerpo y el pan del espíritu. Es menester hincar el hierro en el duro terrón de las glebas para echar las simientes, y es preciso, también, batir la costra de los siglos para dar con las fuentes de la historia.
Es fuerza remover las ruinas, y levantarlas con amor, y abrir la tierra madre, y descender a los sepulcros y escuchar sus voces inefables, y calar muy hondo en lo que fué, para aclarar lo que es y concebir lo que será.
No hay ciencia sin experiencia, ni patria sin tradición. La tradición. Los bárbaros modernos, aun más que los antiguos, la desdeñan o encarnecen. aún se apellidan cien255 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.