labra HISTC peramento hombres Yo cre dad gubern pues vemos aun de las «Hay qu históricos.
Guarde daderos au acusados y ultrajados, asaltados en sus hogares por los funcionarios del orden, maltratados los niños y las mujeres, etc. luego concluye. Por el honor de la República, Nosotros reclama que todas esas ligas pro patria y pro argentinidad, todas esas guardias cívicas y policías civiles que proclaman una estulta guerra santa contra el extranjero, que desembozadamente anuncian la mordaza para los propagandistas de ideas que no sean las propias, que nos retrotraen a los tiempos de la mazorca, dominando con el más odioso y temible de los terrores aquel que se yergue como brazo necesario del orden. sean impedidas, en nombre del artículo 22 de la Constitución, de cumplir su obra nefasta.
Mas vayamos al fondo de la cuestión. En último análisis el problema es educacional. La tarea de reformar la mentalidad argentina, incumbe a la escuela, principalmente a la secundaria. La vida es una misión que el hombre debe cumplir austeramente. Nuestra escuela secundaria no lo enseña. La tenacidad en el esfuerzo, la contracción al trabajo, la disciplina rigurosa, son indispensables para el éxito. Nuestra escuela no lo enseña.
El porvenir solicita a los hombres, y la utopia de hoy es la realidad de mañana. Nuestra escuela no lo enseña. El mundo de mañana será de los prácticos, de los técnicos. Hay que saber servirse de las propias manos.
Nuestra escuela no lo enseña. La República Argentina está enferma de burocracia. Nuestra escuela debiera señalar ese cáncer. Está enferma de vanas ilusiones. Nuestra escuela debiera desvanecerlas, en vez de fomentarlas. Está enferma de declamación. Nuestra escuela debiera combatir el mal. Hablar es pensar, y alli donde hay logomaquia y difusión, no hay pensamiento. Nuestra escuela cultiva la logomaquia y la difusión.
Nuestra escuela enseña la letra y no el espíritu, inculca fórmulas y no hechos, palabras y no ideas; en su enseñanza falta lo fundamental: la conciencia histórica, la conciencia de que el mundo es un perpetuo devenir.
El sentimiento de la continuidad del esfuerzo de las generaciones en el tiempo, y de la solidaridad humana en el espacio, no se adquiere en sus aulas. Tampoco el concepto de la organización social y de los reciprocos deberes. Tampoco el noble sentimiento de la curiosidad, madre de la ciencia. Tampoco la piedad y el espiritu de justicia. Ni la ciencia ni el sentimiento. Asi crea generaciones sin siquiera cultura libresca, indiferentes a todo, sin vocación, sin iniciativa, sin la noción de su responsabilidad y sus deberes, ya moralmente relajadas por la tolerancia y concesiones culpadas de las autoridades, con la boca llena de palabras y el cerebro y el corazón vacíos.
Hemos señalado los dos factores esenciales del problema. Hace falta otra educación intelectual y civica para las jóvenes generaciones y una obra inmediata de reforma social. Las ideas y los buenos propósitos serán los guardianes del orden, y no los discursos y los simbolos; la justicia, y no las bárbaras represiones. El ho recio y ces en el y más tr entrañas su tradic progresi latanesc goneros error! ES los beju tas, cuar grande, asienta sorbere ¡Ay alas par No sin el panc duro ter preciso, Inglaterra y Francia, conviene repetirlo mucho, son los dos pueblos que han soportado la mayor carga durante la guerra. ellos debemos ante todo el triunfo de la libertad; de la mayor libertad posible por el momento, se entiende. Pero, a mis ojos, el papel de Inglaterra ha sido el principal. Repito asi con esto lo que dije desde el comienzo de la guerra (V. Reproducción, primer semestre de 1915. agrego: la actitud de los hombres de Estado ingleses ha sido la más limpia: lo que ofrecieron lo han cumplido, porque no ofrecieron aquello que no podian cumplir.
con las Es fi y abrir la escuchar que fué, No hay tradición Se han fijado Uds. en la abundancia con que se habla de «nuevas fuerzas sociales. de «cambios profundos en todo orden de cosas. de «cataclismos sin precedente. etc. etc. Pues guardense Uds. de pronunciar la paguos, la 254 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.