tuada la Unión norteamericana y el Dominio del Canadá.
Toda la América latina, por lo tanto, entrará, con Bélgica, Holanda, Escandinavia, Suiza, Portugal, Grecia, Serbia, Bulgaria, Rumania y Montenegro, en la lista de esas entidades inferiores, cuyo destino, por la ley de que el poder es el derecho, se halla a merced de los señores de la fuerza.
No importa que los pequeños Estados hayan sido tal vez (el concepto es de Bryce. los más poderosos y útiles factores en el adelanto de la civilización. No importa que a esos pequeños Estados «deba el mundo mucho más que a las monarquías militantes desde Luis XIV hasta hoy.
No importa que la Gran Bretaña fuese, dada su población, un pequeño Estado, cuando produjo a Shakespeare, Bacon y Milton, como un pequeño Estado eran los Estados Unidos cuando produjeron a Washington y Franklin, Jéfferson y Marshall. No importa que en uno de esos dos pequeños Estados se elaborase el derecho común anglosajón y en el otro la carta de la Unión americana. No importa que en pequeños Estados hayan venido a luz el Antiguo Testamento, los Poemas Homéricos, la Divina Comedia, el Renacimiento Italiano. No importa que la Alemania de Kant y Lessing, de Goethe y de Schiller no fuese más que un grupo de principados y ciudades libres.
No importa que a pequeños Estados, como el de Atenas, el de Florencia, el de Weimar, esté ligada la humanidad por deudas inestimables. No importa que pequeños Estados hayan dado a la tierra espectáculos y lecciones de inconmensurable grandeza moral, como el de la emancipación helvética, hace seiscientos años, y el de la lucha de las Provincias Unidas de los Países Bajos contra el coloso de la monarquía española. No importa que el valor de Holanda y de Bélgica, como elementos esenciales del equilibrio europeo, esté consagrado por los actos de la política inglesa en el siglo XIV, en el siglo XVI, en el siglo XVII, en el siglo XVIII, en el siglo XIX, defendiendo los Países Bajos desde Felipe II, Luis XIV, Napoleón I, hasta hoy, la libertad europea. No importa el papel de los pequeños Estados en la América latina, cuando su cene 249 BIBLIOTECA NACIONAL Genita San Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.