No; no hay dos morales. Para los Estados como para los individuos, repetiré, en la paz o en la guerra, la moral es una sola. En los campos de batalla, en las ciudades invadidas, en el territorio enemigo ocupado, en el océano solapadamente surcado por los submarinos, en las incursiones de las naves aéreas, es ella quien proteje los hogares tranquilos en las ciudades inermes, quien resguarda en los trans atlánticos las poblaciones viajeras, quien no permite sembrar de minas las aguas reservadas al comercio pacífico, quien libra de los torpedos los barcos de pesca y los hospitales flotantes, quien abriga de bombardeos las enfermerías y bibliotecas, los monumentos y los templos, quien prohibe el pillaje, la ejecución de los rehenes, la ultimación de los heridos, el envenenamiento de las fuentes, quien proteje las mujeres, los niños, los viejos, los enfermos, los desarmados. La moral es sólo ésta. No se puede concebir otra. Si el mundo ve erigirse ahora un sisle usurpa a ella el nombre revocando todos esos cánones de su eterna verdad, no es la moral quien avanza: es la inmoralidad encubierta con los títulos de la moral destruída, la malhechora oculta. bajo el nombre de su víctima; y todos los pueblos, bajo pena de suicidio, se deben unir para oponerle la unanimidad incondicional de su execración.
tema que «Lo que nos importa a nosotros, ante todo, a nosotros, los pacifistas y demócratas alemanes decía aún ayer uno de éstos, en un libro recientísimo lo que nos importa, es esto: no hay precio a cambio del cual podamos tolerar por más tiempo, en pleno siglo veinte, la coexistencia de dos morales: una al par de la otra; una para uso del ciudadano, otra para uso del Estado. Maquiavelo ha inuerto y muerto para siempre. Los pueblos, los Estados, las dinastías, están sometidos hoy a las mismas concepciones morales. a las mismas leyes morales que los simples ciudadanos. Deben proceder como gente honesta. Cuando no, han de venir a ser, en nombre de la justicia y de la seguridad pública, citados ante jueces, como 219 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.