el valor de defenderse con brios) murió en Inglaterra a los 84 años, bajo la protección tranquila de la libertad que tanto odiaba. Francia falleció más viejo aún, a los 90 años, de achaques seniles, en su palacio de la Asunción, y hasta con el sentimiento, según parece, del Paraguay. Por qué extrañarnos que hubiera quienes lloraran a Nerón, y esparcieran, según nos refiere Tácito, flores sobre su tumba?
No fueron tampoco Francia y Rosas los únicos tiranos feroces en el Nuevo Mundo. Sin referirnos a otros ejemplos, muy notorios y recientes, sin recorrer la historia desgraciadísima de todas las repúblicas hispano americanas, cabe recordar que el sombrío García Moreno, el cruel restaurador del Santo Oficio, aunque pereció violentamente, tuvo, también, quienes enaltecieran su memoria. La tirania es un producto normal, no un fenómeno extraordinario, de la naturaleza humana, y bien lo prueba, además de que existen multitudes que doblan sumisas la cerviz a su yugo, la admiración entusiasta que los tiranos inspiran hasta lejos del escenario de sus proezas. Ignoro si Rosas ha tenido defensores dentro o fuera de la Argentina. Pero García Moreno ha sido ensalzado no sólo en Quito, sino en París, por la pluma de Luis Veuillot, y el apologista más ilustre del Doctor Francia no fué un sinsonte de las orillas del Plata caudaloso, sino el biógrafo de Schiller y Federico el Grande, el creador del culto literario a los héroes y al heroísmo, el inspirado historiador de la Revolución Francesa, Thomas Carlyle.
El señor Ramos Mejía no hace mención en su erudita obra del curioso artículo de Carlyle sobre el Dr. Francia, publicado en la Foreign Quarterly Review a los tres años de la muerte del último.
Pero le han servido para su trabajo libros y documentos que sirvieron también a Carlyle; sobre todo, el ensayo histórico, en francés, del año 1827, sobre «La revolución del Paraguay y la dictadura de Francia. por los señores Rengger y Longchamp, y los varios volúmenes en inglés de y Robertson, de 1839. Cuánta diferencia, no obstante, entre las conclusiones que de los mismos hechos sacan los dos críticos! En el retrato de Francia, por Carlyle, el dictador aparece, sin embargo de su tiranía, un hombre de buenos deseos, probo, austero, no exento de generosidad, y celoso de los intereses de su país, aunque movido en ocas ones a duras extremidades por necesidad imprescindible. Si Carlyle no aprueba todos los procedimientos de Francia, parece disculparlos, y está muy lejos de creer, como el escritor argentino, que fué un loco atacado de la mania de persecución y del delirio de grandezas.
Libreme Dios de comparar al Sr. Ramos Mejía con Carlyle. Por su genio vigoroso, su elevación sublime, su penetración profunda del alma humana, el autor de Sartor Resartus es inmortal entre los artistas literarios del siglo xix. Pero el señor Ramos Mejia, sin ser un Carlyle, puede tener razón frente a Carlyle, e indudablemente la tiene. Su mentalidad, aunque latina, no es apasionada; su juicio es recto, su in libertad, no Brière de nicus. Ent potismo, sa Su opinión partido. Es de la Psiqu nidad, del Carly violenta, in bres y de su que los aler hubiera pod habiendo menos de igual respet de sus libro cés en 1871 ñar, por tan las monstru co el Gra nicus» sobi admirando nes. Cómo si creía en homa? EI su discrepai La sabia de Educació sobre los go estos fueron ma del Esta en un manic ejercicio de hubiera per los hechos Dr. Francia RobertsonInglaterra titucionales, El Go se encontr constitución profunda. Se aisló de 202 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.