Sr. Dire colonial fraile Goicoechea, cuyo retrato tengo a la vista y de quien dice su pintor. Ecce Cartesius nostras, nostrasque Quevedus. Hé aquí nuestro Descartes y nuestro Quevedo, por ser gran escritor, filósofo y teólogo. en tan oscuras «remotidades. Con todo eso, no hay que desanimarse ni atenerse a lo viejo, sino mejorar lo presente adelantando cada día más, en estudios y ejercicios serios, fortaleciendo el cuerpo y el espiritu con lectura y trabajo. Para éste nunca falta campo, aun sin contar con los deportes de uso corriente; para aquella tampoco faltan bibliotecas y librerías. ahora vuelvo a decidirme por lo moderno, menos en lo de condenar la llamada «instrucción librescas, por mi sabio amigo don Francisco Giner, educacionista y pensador, cuya frase tomada al pie de la letra como hubo de hacerse aqui resulta enorme desatino y produce la «instrucción cuadernaria. epidémica y sin consecuencias positivas.
Va para medio siglo, y concluyo, que sólo había en esta capital sin parques ni jardines una pobre librería de Molina, hombre ilustrado, autor de buenos almanaques, y otra incompleta, del ilustre hombre público señor Carranza. Hoy tienen los estudiosos cuatro librerías de primera y varias de segunda y tercera clase, y puestos de libros viejos, raros y curiosos.
Abundan, por consiguiente, medios de cultura y escuelas auxiliares para nuestra joven intelectualidad. Si ésta prefiere dedicarse a escribir más que a leer. qué hemos de hacerie. De mi, sé decir que, hoy como ayer, dedico a la lectura el tiempo libre de mis obligaciones: y después de todo, estoy, naturalmente, por lo nuevo y bueno, sin dejarme atropellar de ciertas «novedades» y novelerías de noveleros.
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