Descalzo, arremangado, se aleja por la playa, así engaña sus sueños el hijo del marino.
Pero entre los cabellos el áspero y salino Viento sentir que sopla; sentir el agua fría Que a la rodilla sube; ver en la lejanía Las olas que se rompen bajo azulada bruma que el peñasco cubren de iridescente espuma; Ir conchas o mariscos buscando por la costa, saltar, sobre piedras, detrás de una langosta, Eso no le bastaba; quería más; quería La barca que se aleja bajo el fulgor del día, Con sus palos erectos y sus velas redondas; Quería el horizonte, los tumbos de las ondas, là embriaguez del alma sobre la mar rugiente, Cuyos acres aromas hablaban a su mente De países lejanos. Tal era su delirio! hacía muchos meses que ese era su martirio! va pasando el tiempo. Llega otro otoño horrible; un día los marinos, a la luz apacible De un cielo gris, entre ellos hablando, hacia el poniente Sobre el mar tempestuoso, señalan de repente, Un velero que avanza contra las rocas.
Brava Marejada envolvíalo. más y más se encrespaba.
En las revueltas olas aquello parecía ¡El estertor postrero del barco en la agonía. Un bote al mar! Un bote. dice alguien con voz ruda. Al mar! a socorrerlos! prestarles ayuda. todos recordaban a los que al mar salieron salvar a unos náufragos y nunca más volvieron; Mas de pronto a una barca se abalanzan, y en tanto, Todo lo ve la madre con indecible espanto; a su hijo abrazando, le murmura al oído. Sabes? me le ofreciste. lo tienes prometido, No irás. Con las pupilas dilatadas, la frente Pensativa, y el labio mordiéndose impaciente Nada responde, y mira con absorta mirada, Que ya los hombres tienen la barca aparejada.
De repente una ola gigantesca y sombria Que avanza rugidora por la turbia bahía, Se estrella con fracaso, toda la playa moja, a las plantas del niño, tabla podrida arroja. 21 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.