F La Se De Tan Cua Por si en virtud del cual pudiera verme obligado a desprenderme de allá.
Creo haber procedido correctamente en este asunto, y acaso debería callar en absoluto lo ocurrido; pero siento tal necesidad de consultar contigo cuanto me pasa, y sobre todo lo que pueda interesar a tu suerte y a la de nuestros hijos, que no he podido prescindir de comunicarte en la intimidad lo que ha pasado en este caso. Tú y ellos me perdonaréis si hubiere procedido mal. Tal vez para serviros bien, para llenar del mejor modo posible los deberes que tengo para con vosotros, necesito quereros menos o quereros con amor mejor entendido; pero estoy tan viejo ya para emprender la reforma de mi sér íntimo! Me parece que si me propusiera ahora cambiar la estructura de mi corazón, tan debilitado ya por los años y las penas, no lograría otra cosa que romperlo. He visto muchos hombres capaces de ausentarse por años y años del hogar, para irse lejos en solicitud del pan y la fortuna, o bien, tomar consigo mujer e hijos y abandonar patria y familia para buscar en lejanas tierras aquellos mismos bienes, todo por amor, por sincero y vivo amor a los mismos de quienes se alejan o a quienes arrancan de en medio de sus afectos para llevarlos a largas distancias. Yo los admiro, pero no me siento capaz de imitarlos, y comprendo que, si intentando un esfuerzo supremo, lograse alejarme como ellos, el sacrificio seria estéril, porque en la ausencia la inquietud y la pena no me dejarían hacer nada con tino ni tardarían mucho en dejarme sin razón o sin vida.
En mi tierra y en mi casa trabajo, tú lo has visto, y no me importa que la madrugada de un día me sorprenda en la tarea del precedente; pero es que para animarme en la faena diurna tengo tu presencia y la de nuestros hijos, vuestras voces, vuestro ir y venir y tal cual ratito de conversación con vosotros; y para sostenerme en la labor de la noche, el rumor de vuestro aliento, la seguridad de que ahí estáis sanos y salvos, y la esperanza de descansar a tu lado cuando el trabajo se acabe o me rinda. Te tocó por compañero, vida mía, un pobre ser inútil, pero inútil por sobra de amor. Perdónalo, como Cristo a Magdalena, por eso: por haber amado y amar mucho todavía.
Verás cuánto voy a trabajar allá. Las fuerzas son menores que en otro tiempo; pero mayor el estímulo, porque la necesidad del trabajo ha crecido, y porque ahora tengo lo que antes me hacía falta: tu voz de aliento, no para el trabajo mismo, que para este nunca me faltó, sino para su forma. Siempre anhelé más que ningún otro aplauso el tuyo, y ahora he tenido la viva satisfacción de escucharlo. Es que tu cariño se va tornando piedad? Tal vez; pero así y todo, siento en el alma un suave calor cuando me dices que un escrito mío te ha sonado bien. Mis pobres versos rara vez alcanzaron tal corona. Por Cuy ¡Qui Aqu En Dest Deja Y el Rece Cua As Que «A Cór Qué Hab Era Socc Tu Rec Los Com Sali 118 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.