«Llegar al último dia del viaje por el valle del dolor, y encontrar al fin de la jornada un balance que acredite: modelo de caridad, modelo de patriotismo, modelo de carácter, modelo de honradez, modelo como padre, como esposo, como amigo, modelo de caballero, de escritor cultísimo y fecundo, todo ello cubierto con una brillante aureola de poesía, de esa que brota espontáneamente de lo intimo del alma y es recibida por in finidad de corazones enternecidos, bien merece un rocio perenne de lagrimas para la tumba en que descansa de sus fatigas el triunfador insigne, ese que llevó el nombre respetado y querido de Fidel Cano. Alejados de Fidel Cano por el tiempo y la distancia, de tal modo que podemos considerarnos como extraños y así nos considerarán quizá en Medellin nos atrevemos, sin embargo, a afirmar que los dos juicios anteriores son exactos y pintan bien la personalidad del hombre cuya desaparición lamenta la patria colombiana. QUINTILIANO.
La balada del compadre De una aldeana vigorosa, casta esposa limpia y sana, que hoy se muere de dolor, se refiere cómo habiendo sido madre siete veces, siempre de hombre, gano premios y renombre y el honor de tener como compadre a su augusto Emperador.
Crió la triste sus retoños como suyos, entre arrullos y cariños, y al correr de los otoños mozos fueron esos niños; mas un dia en la rústica alquería suenan trompas. y ¡oh dolor!
no eran suyos, que llamados fueron todos al honor de servir como soldados al padrino del menino, al augusto Emperador.
Guerra habia, y entre abrazos y sollozos entregó la pobre madre los pedazos de su sér a su compadre, que eran ¡ay! los siete mozos 115 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.