¿Y esperáis que se compongan las cosas entregándole a la multitud «las tres llaves de su casa. Vamos a combinar el gobierno. iba a decir desgobierno de una asamblea representativa en masa con el gobierno del pueblo en masa. esperáis acabar asi con la engañosa palabreria y la dilución de las responsabilidades. Qué candorosidad. Si las cámaras pecan precisamente por exceso de masa. Os imagináis lo que será un pueblo que deja las herramientas, para dictar directamente leyes, sobre cosas que él no entiende mejor que sus elegidos de ayer. Las grandes miras y a largo plazo. cuándo han estado al alcance de las multitudes. qué decir del «referendum» y de la «revocación. Porque necesitamos funcionarios fuertes, con plena iniciativa y plena responsabilidad. vamos a pedir que el pueblo pueda, en cada momento, anular las obras y revocar los poderes de esos funcionarios?
De veras, que hay remedios peores que los males a que se les quiere aplicar!
Fuera de las ciencias propiamente dichas, no hay lugar para la critica verdadera, seria y firme.
Conviene decir una palabra acerca del procedimiento que aplico a veces a algunos de los trabajos que reproduzco en Eos. La primera operación es de tijeras: hago pedazos el trabajo. La segunda es todavía más peligrosa para el autor: escojo los trozos que más me gustan y los pongo en el orden que me parece mejor.
Esto, que llamo abreviar y arreglar, muy bien pudiera ser simple mutilación y desarreglo, ya lo sé. Es un procedimiento muy usado por los músicos. Pero yo lo aplico únicamente a los trabajos de autores que me son queridos.
En el artículo que aparece en otro lugar sobre la PACIENCIA, alude Marco Fidel Suárez a Colón, Pasteur y Leverrier. Este último es a mi juicio el tipo mejor del hombre de ciencia: parte de hechos establecidos con exactitud, y llega mediante un razonamiento matemático a un descubrimiento verdadero. Al discipulo que corre gozoso a anunciarle que Neptuno acaba de mostrarse en realidad ante el telescopio de Galle, en Berlin, responde serenamente Leverrier: creo más en mis cálculos que en mis ojos.
El trabajo de «Arador» sobre Anatomia elemental, que estamos publicando, merece particularmente la atención de nuestros lectores. Su autor no quiere ser original: desea hacer algo correcto y claro, informado en fuentes bien reputadas. Su tecnicismo, puede decirse, es el oficial hoy en casi todas partes. De esto mismo derivan ciertos inconvenientes que seria fácil señalar. Limitándose, por ejemplo, a la primera página publicada en el cuaderno anterior, caben inmediatamente dos preguntas. Es legitimo hablar en anatomia de actos voluntarios e involuntarios y, lo que es más grave aún, agregar a renglón seguido que unos y otros resultan del funcionamiento de los órganos? Esto es lo que se llama salirse de la ciencia positiva y prestarse a los ataques de todos los filósofos.
Para el espiritualista radical, no hay acto que no sea voluntario y ningún acto resulta de funcionamiento alguno. Para el materialista, no hay actos voluntarios propiamente dichos: todo es funcionamiento.
II. Hasta dónde es exacto afirmar que a cada función elemental corresponde un órgano propio. Las funciones verdaderamente elementales son acaso bien distintas?
79 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.