mente, ref cantantes quienes en nuevo de del maesto tica de la tan genial músicos res que o fascinar color de tos, los hombres SO. los los que se por últim de obscur y claman que ellos Es est Naciones, que puso en música Giuseppe Verdi, iniciándose así una colaboración constante que culminó con las dos últimas obras del autor de «Rigoletto. Esta colaboración constante dió motivo a que se insinuara que la influencia de Boito, en. Otelo» y en «Falstaff. había sido más que directa y había alcanzado a la composición de la obra.
Señores, la verdad es que Verdi, con estas dos últimas par tituras había modificado profundamente su habitual estilo, su tradicional manera de escribir para el teatro. La obra que había coronado su carrera era «Aida. aparecida en 1871; dieciséis años después escribió «Otello. y veintidos años más tarde de aquella época, cuando el autor cumplía ochenta años de edad, asombró al mundo con el prodigio de «Falstaff. Son estas obras, que podemos considerar como el aspecto serio y el aspecto comico, ambos insuperables, del drama musical italiano, tan diferentes de las anteriores del autor, que no hay por qué sorprenderse de que esta transformación fundamental del estilo verdiano se deba, en efecto, a la colaboración de Arrigo Boito. me apresuro a declarar, señores, que no veo en ello nada que menoscabe la gloria inmarcesible del ilustre músico de «Aida. puesto que las colaboraciones más eficaces, reales y fecundas no son precisamente aquellas de índole material, sino las que se establecen en la estrecha comunidad, en la intimidad constante de dos espíritus eminentes. Así vivieron Giuseppe Verdi y Arrigo Boito, y por ello debemos considerar a este último, en cierto modo, como coautor de «Otello» y de «Falstaff. que con «Mefistófeles. constituyen las tres últimas grandes obras de la escuela italiana, que cerraban un ciclo inmenso de gloria, y abrían sobre el futuro perspectivas de infinita magnitud, desgraciadamente no realizadas. Tal como se revela la concepción de la ópera en «Otello. Falstaff» y «Mefistófeles. Boito pudo haber ocupado en la historia de la ópera italiana, la misma situación que tiene Ricardo Wagner en la historia de la ópera alemana. por qué no decirlo francamente, señores? Quizás le hubiera correspondido un puesto todavía más elevado. Porque admiro grandemente a Wagner como músico, como sinfonista, como insuperable maestro de orquesta, pero como operista, como autor de teatro, creo francamente que con él lo sublime y lo ridículo se dan la mano en más de una ocasión, quizás por aquello de que los extremos se tocan; que lo inconmensurable, lo absurdo, lo grotesco se funden en un caos sin estilo, propio para exaltar las mentes de los salvajes, de los simples de entendimiento y de los hombres sin verda.
dera cultura espiritual, que no es otra cosa que equilibrio moral y rectitud de entendimiento. Artista de teatro, en consecuencia, puramente alemán, y hecho, por lo tanto, para alemanes.
Sus primeros partidarios, dice un autor que lo trató intimados, de mal coroi el mund correspor vas y en en la his nemos a alemán, después dremos obras ita realidad dramátic tos verid sión mu inmortal sido lle de la y de hu Lam nes que con su de espír hacerlo, en el ar do la ne 74 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.