la fortuna y contra sus adversarios, sin aflojar ni abatirse, doblando la cabeza para que el turbión pase e irguiéndola luego para seguir ascendiendo hacia el fin que se propone.
La paciencia no excluye el color ni la expresión del dolor; la paciencia no es indolencia. Por el contrario, su valor moral requiere que vaya integrada por la pena, porque la indolencia no constituye materia de sacrificio.
Un tronco insensible no puede ser sujeto de resignación, de energía ni de paciencia. Luis de León, que comentó el poema más sublime que hay sobre el dolor, dice. Si Job no hiciera demostración de su dolor, su paciencia no aparecería. No está el buen sufrir en no sentir, antes lo fino de la paciencia es, cuando el dolor abrasa y cuando el agravio se pone ante los ojos, estar la razón con Dios firme y constante. No es ajeno del buen sufrimiento el quejarse, porque la queja es natural al dolor. Libre el hombre y sometido a los golpes de la suerte, a las saetas del prójimo, a las pruebas y castigos de Dios, puede recibirlos de tres maneras: o con indolencia, como criatura sin corazón y sin lágrimas; o con debilidad, que puede traducirse en ira o en abatimiento; o con firmeza, procurando anular los resultados de la adversidad obrando siempre, y confiando en que cuando pase la avenida, la obra del perseguido, si es justa e inocente, resultará así ante el juicio de los hombres o ante el juicio del Señor.
La paciencia de los santos es el sumo posible en estas cosas, y especialmente la de los mártires. El resto de los mortales apenas puede procurar un breve grado en este camine, interrumpido a cada paso por la flaqueza del ánimo y por las sombras de la mente. De muy contados es ascender al monte desde el cual se ve brillar la estrella consoladora de la conformidad con la voluntad divina, y desde donde se escucha muy lejano el ruido de las tempestades del corazón.
En la vida interior, en las luchas del hombre nuevo con el hombre antiguo, en las geórgicas del alma que trata de cultivarse bajo el dechado del deber, en las 65 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.