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contienda. Pero lo son, y han de zanjarse, no por un arreglo o compromiso o ajuste de intereses, sino definitivamente y de una vez para siempre, con completa e inequívoca aceptación del principio de que los intereses de los más débiles son tan sagrados como los de los más fuertes.
Esto es lo que queremos decir, cuando hablamos de una paz permanente, si hablamos sincera e inteligente, mente, con verdadero conocimiento del asunto de que tratamos.
Todos estamos de acuerdo en que no puede haber paz obtenida por regateo o componenda con los gobiernos de los Imperios Centrales, porque ya hemos tratado con ellos y los hemos visto tratar con otros gobiernos que tomaban parte en esta lucha, en Brest Litovsk y Bucarest.
Nos han convencido de que no tienen honor ni llevan intenciones de justicia. No observan los tratados, no aceptan más principio que la fuerza y sus propios intereses.
No podemos entrar en arreglos con esos gobiernos. Ellos han hecho esto imposible. El pueblo alemán a estas horas debe ya darse perfecta cuenta de que no podemos aceptar la palabra de los que han traído esta guerra sobre nosotros. No pensamos los mismos pensamientos ni hablamos el mismo lenguaje en lo que respecta a los convenios.
Es de suma importancia que también estemos explícitamente de acuerdo en que no se obtendrá la paz mediante ninguna clase de transacción o mengua de los principios que hemos profesado y por los cuales estamos combatiendo. Que no haya duda alguna sobre esto. Al efecto, voy a permitirme hablaros con la mayor franqueza de las consecuencias prácticas que de ello se desprenden.
Si el común objeto de los gobiernos asociados contra Alemania y de las naciones que ellos rigen ha de ser efectivamente, como yo creo que lo es, lograr por medio de los convenios venideros una paz segura y durable, será preciso que todos los que se sienten a la mesa de la paz vengan dispuestos a pagar el precio, el único precio, que ha de conseguirla, y dispuestos también a crear de un En 1918 Nu Los mec que vital ¿Cris o casi to nar las gobierne De Estados Poder e reunidos nicas. Si al presic mayoría aplausos 54 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.