morales.
posible Mas ción haci dral. pe Los ade passant, deces de sobre el impureza donde Bouteau brota un mulcidor con «Cy grito de por las colmillazo envenenado de sus impugnadores y adversarios.
Desangrado, maltrecho, mordido por el odio, escupido por la calumnia, traicionado por sus mismos discípulos recuérdense las defecciones de León Hennique y Paul Alexis el César de la Literatura avanzaba imperturbable, magullando con el tacón ferrado de su bota la apretada falange de enemigos que le salían al paso. La batalla estaba ganada. Sobre el campo poblado de alaridos y cubierto de muertos y contusos, brillaba el sol de la conquista. El dios Hugo con sus soberbios ditirambos y sus metáforas hinchadas, Alejandro Dumas con sus narraciones sorprendentes e inverosimilitudes monstruosas, Jorge Sand con sus delirios relatados en un estilo fácil y agradable, eran ídolos abandonados en torno de los cuales no se quemaba ya la mirra de la admiración. Edmundo Dantés, Coseta, Juan Valjean, cedían el sitio a Emma Bovary, Nana y Germinia Lacerteux. Los viejos procedimientos se relegaban al olvido. los desbordes calenturientos de la imaginación, sucedían el espíritu científico, la observación y el análisis. En lugar de idealismo delirante, acopio de hechos: En vez del lirismo y la retórica románticos, documentos humanos. Nosotros. decía el jerarca de la novela realista somos sabios, somos investigadores. No fundamos el interés de nuestros libros en la ingeniosidad de una fábula bien inventada según ciertas reglas convenidas. No nos inquietamos ni de la exposición, ni del nudo, ni del desenlace. No fabricamos mecanismos de acuerdo con las necesidades de un pensamiento preconcebido de antemano. Partimos del punto concreto de que la naturaleza basta. La aceptamos tal cual es, sin modificarla ni alterarla en nada: es demasiado bella, sobrado grande por sí sola. Lejos de inventar una aventura, de complicarla y buscar efectos teatrales, enjaretando escena tras escena, para llegar trabajosamente al final, tomamos simplemente de la vida la historia de un sér o de un grupo de şeres e interpretamos sus acciones con fidelidad. Disecamos un alma como el químico descompone un cuerpo.
Los idealistas pretenden que es preciso mentir para ser horizont mucilagi dosa. estreno cional cc Como e tuvo el gloria le le abre La fama sus mer Si viene quien la Oíd, si «En perador si la Fran tivo, que «C 36 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.