que fuera el primero en arrojar la piedra. Contra la ley de Moisés, rígida e implacable, se levantaba la nueva ley de amor, de misericordia, de caridad, que exigía la integridad y la virtud para juzgar; se producía un abismo imposible de llenar entre el terrible Jehová y misericordioso Jesús. éste lo crucificaron los judíos; a sus discípulos los sacrificaron los romanos. Nada detuvo el odio de los unos ni la ferocidad de los otros. El choque entre las dos fuerzas quedaba establecido y. cuál venció? La impulsiva, la reformadora, la libertadora, la cristiana. El sacrificio de su Fundador y la sangre de sus mártires pudieron más que la Roma de los Césares augustos y que la tradición mosaica.
El mundo fué conmovido en sus vetustos cimientos; fuése transformando e inició su marcha hacia el ideal generoso y humano que exaltó a la mujer haciéndola madre del Salvador, de Aquél que buscó sus apóstoles y discípulos entre los parias y los humildes. Mas. el choque no fué terminante a pesar de ser quien fué su impulsor.
La fuerza retardataria y tradicional cedió terreno; pero a me.
dida que se iba corrompiendo y bastardeando la doctrina de Cristo, iba recobrando aquélla su poder, mixtificando los nuevos ideales y haciéndose con nuevas energías para regresar a lo pasado. Volvieron, aunque con ropaje distinto, los viejos vicios y las pervertidas costumbres. La Roma pagana se convirtió en la Roma del terror y de la intolerancia. La misma Iglesia de San Pedro vióse contaminada y del siglo III al XV surgieron de su seno veinticinco anti papas. La relajación eclesiástica, el olvido de la doctrina de amor y caridad predicada por Jesús y el entronizamiento de la intolerante y persecutoria, hizo surgir, en los siglos XII y XII, a los albigenses que condenaban el culto externo, la jerarquía eclesiástica y el uso de los sacramentos.
Fué éste el principio del nuevo choque.
Los albigenses fueron excomulgados por el papa Alejandro; su sucesor Inocencio III publicó contra ellos una cruzada que al apoderarse de Beziers, en 209, hizo perecer a 60. 000 personas acusadas de herejía. Resistieron aún aquellos primitivos protestantes, pero en 1226 otra cruzada, dirigida entonces por Luis VIII de Francia, se apoderó de Avignon, núcleo de la secta, y, aparentemente, quedó ésta extinguida. Fueron los albigenses los que dieron pretexto para fundar aquel terrible tribunal, que se llamó de la Inquisición, en el siglo XIII. Adormecida la propaganda albigense, la Inquisición quedó casi olvidada hasta el siglo xv (1478) en que los Reyes Católicos consiguieron que el papa la restableciera en Castilla, pero bajo la forma de un tribunal real, que se llamó del Santo Oficio, y cuyos inquisidores nombraba el rey, quien confiscaba, en su provecho, los bienes de los condenados.
Felipe el Hermoso suavizó bastante el rigor inquisitorial; pero 435 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.