esos infelices, verdaderos desgraciados dignos de lástima, que se agotan en esfuerzos por atraer hacia sus nombres la atención del público, sin otra mira fundamental en su trabajo, o se preocupan y hasta se desvelan ante la consideración del momento inevitable en que desaparecerán de esta tierra y se desvanecerá en la nada el conjunto admirable de energías que hoy forman su poder intelectual.
Triste es vivir preocupado por ese fantasma de la nombradía y de la gloria! Si alguna vez me tentara el diablo por este camino, es seguro que me salvarían de la caída las tarjetas de Navidad y Año Nuevo, y la historia de tántos hombres de valer positivo, a quienes sólo la casualidad me hizo conocer, hojeando bibliografías o viajando por el mundo.
RAFAEL ALTAMIRA Los partidos políticos No deben olvidar que una es su misión docente y otra su tarea de gobierno. Bien está que ellos se esfuercen en la cátedra, en la tribuna y en la prensa por acreditar las ideas que consideren más propias para la Nación; bien está que hagan activa propaganda, y que procuren convencer y persuadir al mayor número posible de ciudadanos; pero mientras no hayan logrado esto, mientras no hayan logrado que por convicción acepte la mayoría sus enseñanzas, cometen un atropello si las imponen como instituciones.
Tal vez quede más clara esta doctrina estableciendo diferencia entre la escuela política y el partido político. la primera corresponde la tarea docente o de propaganda; al último corresponde la tarea de legislar, cuando triunfa. Son dos círculos concéntricos, pero no coextensivos.
Procuraré explicarme con unos cuantos ejemplos concretos.
Tratándose de instrucción pública, hay varias opiniones. Creen unos que ella debe ser gratuita pero no obligatoria; opinan otros que no debe ser ni obligatoria ni gratuita; muchos piensan que la ley debe exigir al padre que eduque al hijo, como le exige que lo alimente, sin que lo primero implique la necesidad de poner escuelas públicas, como no implica lo segundo la necesidad de que haya panaderías oficiales; algunos, finalmente, juzgan que la instrucción pública u oficial no solamente no tiene las ventajas que se le atribuyen, sino que adolece de gravísimos inconvenientes. Como los últimos pienso yo; de manera muy distinta piensa el resto de los colombianos. Ahora bien: si por un concurso fortuito de circunstancias me tocara a mí solo dictar leyes para los colombianos ¿sería equitativo o siquiera tolerable que yo legislara de acuerdo con mis ideas, en vez de hacerlo de acuerdo con las ideas de mis compatriotas? Lo que se dice de un solo legislador se dice de un Congreso y 429 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.