son ento la admi poder o lia deci territo clamac ante la esfuerzo plimient bastaba hubiera le habr la pros en popa se goza de ver caído al prójimo y se entristece de verle ensalzado, buscando derribar a los demás, en la errada creencia de que le hacen sombra y que es menester mordiscar a diestra y siniestra para que resulte un claro y pueda entonces destacarse la figura de pigmeo de quien así procede: es la hidrofobia de la impotencia exclamaba y denota verdadera inferioridad mental el recurrir a semejante procedimiento, aisladamente o en «patota» más o menos numerosa, teniendo a los demás por blanco de los venenosos tiros de las lenguas. lo lamentaba tanto más cuanto que generalmente se complacía lleno de alegría en reconocer verdadero talento en más de uno de los principiantes que así obraban; pero veía con evidencia de razón que, en caso semejante, pasado el período de esa especie de fiebre maligna, caía aquel en la cuenta de sus maldades, hacíase fiscal de sí mismo y se le desapasionaba el corazón, si bien no era fácil recoger la cólera que llevaba derramada, por más que reconociera entonces su demasía y le sobreviniera el arrepentimiento tardio. Nunca tuvo Bunge esa «fiebre maligna. su mente estaba regulada con el equilibrio de la prudencia y galardonaba gustoso el esfuerzo de los demás, repugnándole la censura estéril que únicamente advierte defectos y los condena sin razón ni piedad, a fin de asi tiznar la fama de otro; por el contrario, aplaudia regocijado la obra ajena, y respetaba con debido acatamiento a los que le habían dado ejemplo de dedicación al estudio.
Creía teniendo vuelto todo el pensamiento a discurrir el caso que la produción intelectual requería un ambiente favorable y simpático, de atención benévola por parte de los entendidos, y que era un deber de los estudiosos estimular el esfuerzo leal por más reparos que eventualmente pusiesen a sus resultados y por más que fuera menester más de una vez borrar la tabla para ponerla mejor: cuando tuvo oportunidad de juzgar la producción ajena, siempre encaró la crítica como cortés disentimento de opiniones o conceptos, respetando en los demás lo que lealmente consideraba errado, pues sabía pesar las cosas y estimarlas en lo justo: siempre afirmaba con razón que nadie puede pretender ser depositario de la certeza absoluta, y que cabe errar aun cuando uno cree, en ocasiones, tocar de cerca la verdad. Por eso manifestaba su opinión sin ambajes, porque lo hacía impersonal y respetuosamente, con altura y sinceridad: de ahí que diera casi siempre en el punto y que jamás lastimaran sus apreciaciones, pues, se las considerara o no acertadas, nadie ponía en duda que eran el fruto de una convicción arraigada.
Comprendía Bunge que en la evolución social argentina, le había tocado en lote ofrecer a la vista muchas veces lo que vió en un período de transición, en el cual la influencia del escritor es casi nula, sin que se la tenga en cuenta en cosa del mundo, siendo mirada, por lo general, de mal ojo y con cierta compasión curiosa, pues los políticos o los que únicamente tras las riquezas corren sonanci pues te binete venider prosegu miento muertos se cant sa linaj do est de ese trabajad Las alas recido, sol: pa te en ceda, semejan De vida: ha Sectore: influya ados.
represe fuerzas terio vivifica de los mente activid caracte 416 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.