ventura: su vocación lo llevó a poner su vida por obra cual si la práctica alcanzara la especulación, buscando prescindir de los demás en cuanto hallaba todo lo que ambicionaba en la dulce y blanda quietud de su gabinete de trabajo y en el grave y reposado ambiente de su selecta biblioteca. El estudio incesante llenó de borde a borde y por completo su existencia, como si estuviera amortajado en vida: no necesitaba de nadie para ello, ni los demás le hicieron nunca falta alguna; y acometía sucesivamente con osado ánimo los temas más arduos y diversos, llevado en volandillas de la insaciable curiosidad de su mente, abierta a todas las orientaciones y ganosa de descubrir sus secretos. Experimentaba así excesivo gusto y deleite, y la felicidad le acompañaba con brillo y gallardía, en toda la expresión del vocablo; sin ser por ello. como otros hombres, pájaros solitarios incomunicable: intensamente entregado a su tarea, investigaba por el placer mismo de la investigación, desenterrando cosas pasadas, trayendo y examinando autores, contraponiendo tiempos; y cuando llegaba el momento de producir y utilizar el resultado de su indagación por tocar con felici.
dad la meta, una fiebre singular hacía visiblemente presa de él, se le figuraba estar transportado a otras regiones, y escribía con la misma unción con que un sacerdote oficia ante su altar, resplandeciendo en sus páginas una gravedad ingenua. Trataba siempre de producir lo mejor que podía, haciendo las cosas de asiento, con atención y reposo, sin ahorrar esfuerzo para ello: una vez llegadas aquellas al término señalado, daba por cabal su labor, toda la ponía al sol y entregábala al público bien acepillada y pulida, con la honda satisfacción de quien ha cumplido con un deber sagrado al traer a debido fin su obra; y, entonces, la más completa ecuanimidad se enseñoreaba de su espíritu, de modo que críticas y elogios le hallaban siempre gozando sosiego y calma, convencido de que respondían tan sólo a diversidad de temperamentos y a diferentes puntos de vista. pocos hombres he sabido mejor la mente y voluntad: puedo así afirmar que ninguno he conocido de mayor tolerancia e igualdad y constancia de ánimo; ni siquiera la primera juventud cuando las pasiones nacientes y la falta de experiencia llevan a no pocos a convertirse deliberadamente en iconoclastas para, por lo menos, llamar sobre sí con tan ingenuo procedimiento la atención de los demás, ya que no puede concebirse que a un joven que recién comienza a vivir le roa el corazón la carcoma de la envidia. le hizo ser intransigente con quienes no pensaban como él, pues jamás la vil envidia le hubiera arrastrado a ser injusto o atacar arteramente a los coetáneos, hurgando con fruición la inevitable verruga que la mejor obra de arte suele a las veces no siempre poder evitar.
Decíame discreta y bien intencionadamente alguna vez, que siempre le había repugnado esa triste tarea de eunuco intelectual, que 415 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.