tintero, dice en una terrible polémica con Alberdi. Téngola terrible, justiciera, para los malvados poderosos como Aldao, Quiroga, Rosas y otros; téngola encomiástica para los hombres honrados como Funes, Balmaceda, Lamas, Alsina, Paz y otros; têngola severa, lógica, circunspecta para discutir con Bello, Piñero, Carril y otros; téngola burlona para los tontos. Para los sofistas, para los hipócritas, no tengo pluma; tengo un látigo, y uso de él sin piedad, porque para ellos no hay otro freno que el dolor, pues que vergüenza no tienen cuando apelan a esos medios de dañar. ventura: tica alca cuanto quietud ambient borde a amortaja le hicier ánimo la insa nes y vo gust llardia, otros tregado gación, res, con ducir y dad la le figu.
misma ciendo produc atenció Estos trozos son del ilustre argentino Carlos Octavio Bunge (fallecido en Mayo. Yo subrayo dos líneas: una relativa al «reformador de la instrucción primaria, y otra en que se menciona a don Andrés Bello. El tercer trozo da en pequeño una muestra de algo frecuente en Sarmiento: junto a la nietáfora de Emerson, la afirmación vulgar de que «cuando los rieurs están de vuestro lado, el pleito está ganado.
das aqu ponía a la hong al trae midad gios le que res tes pui Carlos Octavio Bunge Recortes tomados de Nosotros Tenía cabal conocimiento y plena posesión de su valer: seguro de sus fuerzas, exento de prejuicios, dedicó su vida al estudio constante, incansable siempre en una labor cuasi hercúlea; nunca airado sino risueño, lleno de fe y placidez, sin envidias ni rencores, salió con lo que pretendía y realizó el ideal de su existencia tal cual se le puso en la imaginación, sin que jamás le erizara los cabellos el pensar en el aplauso o la crítica de los demás. Fué humano, muy humano: en la soledad del silencio y encierro de la torre ebúrnea del trabajo intelectual, vivió en encantadora atmósfera «su vida»
gloriosa, tal cual la entendía; y gozó a su modo de la flor de su edad, experimentando soberanas dulzuras en la árida investigación y en la dura producción intelectual, pues le deleitaba la sabiduría; por ello escuchaba distraído el rumor de la brega ardorosa de los que, alrededor suyo, se afanaban codiciosos por la conquista del bíblico becerro, la realización de la ambición política o la satisfacción de otras pasiones dominantes, siquiera fueran las de la católica trilogia «del mundo, el demonio y la carne. no llegaban sus oídos a percibir esos anhelos. Tolerante con los otros, sabía con certidumbre que cada uno es el artífice, más o menos consciente, de su propia así afir y con las pa conver llamar demás mienz ser in vil en a los la me Decía pre le 414 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.