Violence

Internacional, sino de una entidad a estilo mitológico que se incauta de sus partes o se sustenta con sus propios miembros.
Si un atentado se justificara ante la moral con sólo darle el nombre de político, el asesinato del Presidente mártir, que otros con más justicia llaman santo y que las Américas han ensalzado con el título de justo, Mr. Lincoln, cuya gloria será custodiada por los siglos, habría sido un acto legítimo «por lo apropiado de las circunstancias que tuvo para los que con aquel crimen infame se creían favorecidos.
La muerte del Duque Enghien dejaría de ser un asesinato para ser algún heroísmo de la violencia napoleónica.
No olvidemos, señor Wilson, que hay una ley suprema que es la base fija de la vida humana: el Derecho, que se compenetra diariamente con la moralidad. Entre la moral y la justicia hay una honda solidaridad. Roosevelt mismo, con ser él, escribía hace algunos años, antes de 1903. Nosotros aceptamos todos estos principios en teoría; pero si en la práctica no vivimos según ellos, entonces no puede haber salvación para nosotros.
Por lo tanto, aún tenemos más necesidad de acordarnos que ninguna capacidad, ningún vigor o fuerza, ninguna potencia intelectual o potencia de fortuna nos setviría, si no tenemos las raíces de la justicia viviente en nosotros, si no nos cuidamos más que de una lealtad de labios.
Si alguien falta, no solamente debe tener vergüenza de sí mismo, sino también tener de algún modo conciencia de la reprobación de sus camaradas, cualquiera que sea la forma que tome su insuficiencia.
Nosotros debemos exigir con más particularidad rígida rendición de cuentas, a los hombres que en la vida pública, o como editores de grandes periódicos, o como propietarios de grandes fortunas, o como paladines y moldeadores de la opinión en el púlpito, o en la tribuna, o en la barra, son culpables de hacer mal, cualquiera que sea la forma que el mal hecho pudiera tomar. Discurso oficial del 20 de mayo de 1901. Nota de Eos: El trozo que sigue aqui, del artículo del Sr. Borda, lo saltamos, porque no es de importancia general. El autor procura refutar los cargos hechos a su patria «de perfida inteligencia con Alemania. Lo único que diremos nosotros, sinceros amigos de Colombia, es que su causa nuestra también habria ganado mucho en el mundo si su Gobierno, estando en propicias condiciones para discernir la justicia, hubiera lanzado en 1914, en un arranque de hidalguía, sin cálculos medrosos 395 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.