ha sido, alternativamente, concebida como una superciencia por los grandes filósofos (1. como una extraciencia por los místicos, y como una contraciencia por los polemistas menos ilustrados que la combaten o la admiran con igual incompetencia.
Los que desconfían de la metafísica concuerdan, sin desearlo, en una afirmación que postula su necesidad: el hombre no ha podido hasta ahora absolver ciertos interrogantes planteados por su curiosidad más allá de su experiencia, siéndole para ello insuficientes los métodos místicos, los métodos dialécticos y los métodos científicos conocidos hasta hoy, aunque se admite la legitimidad de los últimos para todo lo que puede ser objeto de experiencia (2. Conocemos el Universo como un conjunto de relaciones incesantemente variables; aun en el supuesto de concebir lo universal como accesible a la experiencia, la variabilidad del Universo implica una variación constante de los objetos y condiciones de la experiencia; la posibilidad de un conocimiento total sólo sería posible en el supuesto de que la experiencia humana continuara acrecentándose cuando el Universo pasara a un estado de inercia o de equilibrio cósmico en que no se modificase la más infinitesimal de las relaciones. Ninguna cosmología legítima permite concebir la vida humana (1) Los discipulos inmediatos del estagirita fijaron con exactitud la posición de la metafisica. lo que debe leerse después de la fisica, teniendo por evidente la inutilidad de leerlo antes. Los filósofos que intentaron constituir una metafisica independiente de la teologia, lo entendían asi; no podemos nombrar ninguno que haya metafisicado ignorando las ciencias de su tiempo. Esta ignorancia es, en cambio, muy frecuente entre los polemistas que combaten la metafisica en nombre de las ciencias o las ciencias en nombre de la metafisica. 2) De la insuficiencia de los métodos cientificos, algunas personas ignorantes extraen peregrinas conclusiones, aconsejando renunciar a ellos en vista de que no han permitido resolver «todos los problemas y sugiriendo la vuelta a los métodos misticos y dialécticos que durante muchos siglos contribuyeron a embrollarlos. Con la misma lógica razonan los supersticiosos vulgares que prefieren el curanderismo a la medicina, porque ésta afirma la existencia de enfermedades actualmente incurables.
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