docta erística de supersticiones y leyendas, imposibles de reanimar con sutiles disquisiciones literarias, siempre estériles por su valor constructivo, aunque a veces atrayentes por su argucia polémica.
Es necesario confesar un entuerto, que no lo endereza el callarlo: la cantidad de disparates que aún circula bajo el nombre de metafísica es considerable. Por eso muchos hombres de pensamiento y de estudio le han cobrado horror, llegando a afirmar que la condición primera del progreso intelectual es la liberación de toda metafísica.
Paréceme que han confundido a ésta con sus manifestaciones degenerativas, como quien afirmase que las frutas no son comestibles en presencia de algunas piezas putrefactas; y, por una singular paradoja, algunos de los que se declararon enemigos de toda metafísica han sido, cabalmente, los que con más ahinco elaboraron hipótesis convergentes hacia sistemas metafísicos menos imperfectos que los clásicos, aunque todavía, por su arquitectónica, ninguno merezca parangonarse con ellos.
De esta actual incapacidad de construir una metafísica nueva, los partidarios de la paleo metafísica deducen ilógicamente la imposibilidad absoluta de tentar nuevos camir. os, despejando las contradicciones entre los resultados de la experiencia y las hipótesis más distantes de de ella; y como no tienen propósitos constructivos, limitándose a blanquear sepulcros, no siempre respetables, de hecho condenan a muerte toda filosofía, aunque pretendan ser sus únicos cultores. Al mismo tiempo, los que han renunciado a toda investigación de lo inexperiencial, por creerla imposible, han creído, como quiere el positivismo, que la metafísica debe ser reemplazada por una epistemología, es decir, por una teoría general o filosofía de las ciencias.
Soy menos pesimista que los unos y los otros (1. Creo posible la renovación de la metafísica: en el pensamiento contemporáneo observo algunos gérmenes fecun(1) Los representantes menos desleales de ese doble pesimismo han sido Comte y Boutroux.
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