quienes me escuchan, y de elemental dignidad si torciera ideas claras con palabras equívocas o disimulase opiniones con alambicadas figuras. Correspondería ingratamente al honor que me habéis dispensado si no os mostrara en su escueta exactitud las creencias filosóficas que considero menos incompatibles con mi ideal lógico de verdad.
No creo ser la única persona que piensa en el sentido que expresaré, ni alteraría mis opiniones por la candorosa vanidad de parecer original (1. supongo, en cambio, que muchos de mis colegas tienen opiniones filosóficas muy distintas, disparidad que juzgo grandemente provechosa para el porvenir de la filosofía. Los cultores de estas disciplinas desinteresadas y probadamente peligrosas en las sociedades menos cultas no nos proponemos convencer ni desconvencer a nadie; gustamos de escucharnos los unos a los otros, con noble tolerancia, deseosos de beneficiarnos recíprocamente en nuestro comercio intelectual LA CRISIS DE LA FILOSOFÌA EN EL SIGLO XIX Cuando en las sociedades europeas tomaron incremento las ideas de renovación política que las revoluciones Norteamericana y Francesa pusieron como bases posibles de un nuevo régimen social, cayó la filosofía merecidamente en el descrédito a que la encaminara la (1) En las obras de ficción la originalidad puede ser absoluta; en todo lo que es conocimiento progresivo y lógico, ella es relativa a lo que en cada época se tiene por menos inseguro. Nada más sencillo que la originalidad sin exactitud. He publicado hace algunos años la historia clínica de un loco razonante que se creia filósofo y elaboró un monumento dialéctico para sostener la siguiente doctrina, que él llamaba metafisica. el universo es lo absoluto puro en que se mueven los planos de lo real, cortándose en aristas hipotéticas y formando en el espacio ángulos finitos que son la transmutación inmanente del Dios infinito, cuya materialización en el vacío engendra fuerzas vitales de que emanan las facultades anímicas por el ritmo radiante de los átomos protopsíquicos. Aunque alguna frase igualmente absurda podriamos señalar los que hemos leido a Platón o Aristóteles, Leibniz o Spencer, considero que la anterior «doctrina metafísica» nos parecerá a todos disparatada y delirante, a pesar de su innegable originalidad. En efecto, la validez de las hipótesis metafísicas, aun para los que dicen lo contrario, tiene su medida preliminar en conocimientos derivados de la experiencia; y nuestra lógica humana nos obliga a considerar falso todo lo que creemos está en contradicción con sus resultados.
371 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.