Está terminando la guerra europea a la manera de un drama de Echegaray, según parece: con el castigo de los malos y la reparación de las injusticias, no a la larga sino en breve. quién ha perdido?
Hemos perdido todos, como sucede en todas las guerras. Las ventajas o beneficios que se citan no compensan las pérdidas sufridas. quién habrá ganado más. Alemania. Me refiero a sus directores intelectuales únicamente, a los que firmaron el famoso manifiesto de 1914. Ellos habrán aprendido aquello que era ya bien sabido en las universidades inglesas, francesas y americanas: lº que asi como entre individuos la peor manera de arreglar un asunto es la de ir a los golpes, asi, entre las naciones, es la guerra militar la peor solución posible de una dificultad. Que el militarismo a la prusiana no vale lo que cuesta, aun en caso de guerra. Que un pueblo civil como Inglaterra o los EE. UU. puede improvisar un ejército superior, en virtud de la robustez en todo orden de las unidades que lo componen. Que a estas horas nada estable se logra con métodos de conquista cruel y terrorífica. Que sólo el amor edifica. Que el problema primordial de la manutención de las poblaciones no se resuelve con la multiplicación de los armamentos.
Lei algo de Carreño cuando niño. Su recuerdo es uno de tantos penosos recuerdos que guardo de la vida en escuelas y colegios. Un buen libro de urbanidad ha de escribirse con criterio de higienista, buscando salud, alegría y maneras de hacer agradable la vida social.
En la calle todos somos desconocidos. Ni el vestido ni el sexo son guías infalibles en lo tocante al reparto de nuestras atenciones. La comodidad en la acera corresponde al más enfermo, por la edad o por cualquier otro motivo. Una joven que se desvia o baja con soltura para ceder el campo a quien parece menos alentado, suma el más valioso encanto a los otros de su sexo. En Francia y en Italia. latinas también. en sus ciudades más cultas, me sorprendió sobremanera la urbana gracia de las niñas, que yo comparaba tristemente con el arrogante encogimiento de mis compatriotas. Aqui se les ha hecho pensar que en siendo mujeres y creyendose bonitas pueden ser malcriadas.
La regla, en la calle, para con los ancianos o los enfermos, es muy simple: no obligarlos a subir ni a bajar ni a cambiar de dirección: permitirles que sigan como vienen. Pero esta regla es desconocida por nuestra juventud. no juro en vano, sobre todo por la parte que debiera ser la más bella.
Hay personas para quienes todo lo nacional es malo. Si se trata de compañias, particularmente, siempre saltan a la defensa de las extranjeras. Hablo con una de dichas personas y le pregunto. Qué me dice de la compañia de tranvías de San José. Cómo defiende usted el hecho ce que los rótulos de sus carros se encuentren constantemente en oposición con la verdad? Lee uno: San Pedro, y el carro va para la Estación del Pacifico, y asi de los demás. No lo defiendo, responde, pero lo explico: el mal está en que el Gobernador de San José es hijo del país. Fuera inglés o norteamericano, vería usted!
ELIAS JIMÉNEZ ROJAS 20 de Noviembre de 1918.
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