Elías Jiménez Rojas

basta a sar de Este es el secreto de muchos grandes trabajadores. Se cuenta de Napoleón, por ejemplo, que había logrado habituarse a dormir a cualquier hora en que se presentara la oportunidad y de cualquier modo, y que después de cada pequeño entreacto de sueño proseguía sus faenas con ánimo alegre y vigoroso.
y querí de ello.
una per entrete tenía e guntó para ev vas an conced. 1) Para obtener el mayor rendimiento funcional con la menor pérdida de salud posible, no hay manera de dividir en dos partes las 24 horas del día, de manera que una parte sea para la vigilia y la otra para el sueño: precisa en este caso el de toda persona que deba trabajar más de horas interrumpir la vigilia, evitando así la acumulación de la somnolencia.
Cinco horas de sueño alternas pueden sustituir a diez horas seguidas: todo depende de la distribución que se haga. Doy aquí como muestra un horario de sueño reducido, probado en San José sin graves inconvenientes: HORARIO DE SUEÑO EN RÉGIMEN DE PRIVACIÓN horas media noche (12 y media y media a. hora al amanecer (5. 6» horas antes de comida. p. p. Un horario muy parecido a éste fué recomendado hace poco a los oficiales franceses en campaña, aunque fundado en consideraciones algo diversas de las aquí expuestas.
Un horario de privación de sueño exige debo advertirlo bienun régimen alimenticio especial, muy sustaircioso y muy ligero a la vez.
ELÍAS JIMÉNEZ ROJAS a.
La tole: Nada de la int es en esa transiger por irrita como un mordidas ridículo la Italia almas en fanático fina ironſ esa envid mundo.
surge el de la diso su educa sivo ante llamarse almas fa Largo tiempo sobrevivió San Juan a sus escritos, y en los últimos años estaba en extremo débil, de suerte que no pudiendo caminar por su pie se hacía llevar a su iglesia, donde su sola presencia bastaba para la edificación pública. Todas sus exhortaciones se reducían entonces a repetir de continuo. Mis queridos hijos, amaos sinceramente unos a otros. Sus discípulos se cansaban ya de oir una misma cosa, y algunos creían que el santo anciano tenía la cabeza débil. Un día le preguntaron por qué les repetía tantas veces la misma lección, y les respondió de un modo capaz de convencerlos de que no había dejado de ser órgano de la Sabiduría increada. Lo repito tanto (les dijo) porque este precepto es del Señor, y él solo que todas verdader lectual. siempre vida, que indecibles San Jo 348 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.