Ur a men justici: neutra y gabi vedad tertuli mago tuoso. Cómo tadora cura, AS tertuli en coi dama, acredi de gu la sall Me explicaré mejor con algunos ejemplos.
Un hombre, porque tiene la cara así y el talle del otro modo, es cordialmente antipático a cuantos no le conocen sino de vista, que son los más. Qué cara. qué talle. qué levita. qué aire. dice con ira cada uno de ellos, al verle pasar. si averiguan que se ha descalabrado, por resbalarse en la acera. Me alegro! exclaman con fruición porque cuidado si es cargante ese mozo! si se habla de un ahogado en el baño, o de un infeliz cosido a puñaladas en una callejuela, o de un desgraciado mordido por un perro rabioso, dícense, con cierta delectación, pensando en el antipático. El es!
Pero llega un día en que se le ve del brazo de quien más le despellejaba; pregúntase a éste cómo puede soportar la compañía de un hombre tan insufrible, y responde con el corazón en la mano. Amigo, estábamos en un grandísimo error: ese sujeto es lo más fino, lo más discreto, lo más bondadoso. lo más simpático que darse puede.
Así es, en efecto, el fondo de aquel carácter que en el concepto público, según la fama, es todo lo contrario, por lo cual se le niega la sal y el fuego.
Ilustraré este caso con otro dato, que si no es enteramente irrecusable, es, cuando menos, de una ingenuidad meritoria. No sé, ni me importa saber, la opinión de que goza mi propio carácter entre la gente; pero es lo cierto que hombres que hoy son íntimos y bien probados amigos míos, me han dicho alguna vez. Caray, qué insoportable me eras cuando no te conocía tan a fondo como ahora!
Jamás me he cansado en preguntarles el por qué de su simpatía.
Cabalmente la sentía yo hacia ellos en igual grado de fuerza. Qué hombre tan célebre es Diego. dice la fama. Es un costal de gracias y donaires. es porque Diego hace reir a cuantas personas le escuchan, y sus burlas son celebradas en todas partes, y sus bromazos corren de boca en boca y de tertulia en tertulia, y hasta las anécdotas más antiguas y resobadas se le atribuyen a él por sus admiradores.
Ocúrresele a usted un día estudiar un poco a fondo al célebre Diego, y hállale hombre vulgarísimo, ignorante y sin pizca de ingenio ni de cultura; capaz de desollar la honra de su madre, a trueque de hacerse aplaudir de aquellos mismos que le han colocado con sus palmoteos en la imprescindible necesidad de ser gracioso.
Al revés de Diego, Juan es ingenioso y prudente, seco y punzante en sus sátiras, oportuno y justo al servirse de ellas; y, sin embargo, Juan, según dicen, es una vulgaridad antipática. no sé pero su vis AL sin tra dice a no días y los jui cuerd Por in prego bre, o prime deling herid el rat 330 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.