para excusarse de la inacción, clasificándose entre los hamletianos.
También Heine amó el Quijote con ternura. Leyendo lloraba, este otro soñador, que para adorno de su tumba prefería a su lira de poeta su espada de soldado de las humanas libertades; este otro loco que despertó de su locura revolucionaria para ver que la Europa no se había transformado todo lo que él deseaba con los movimientos de 1848, y para morirse también de melancolía, abrumado de achaques y de preocupaciones económicas, con el pensamiento puesto en grandes cosas, con la existencia consumida en minucias. Y, con todo, al recordar sus nobles arranques de otros tiempos, tuvo para el Quijote la ocurrencia de llamarlo: a rechifla de todo entusiasmo. En cambio Barbey Aurevilly, el prototipo del romántico impenitente y rígido, del dogmático incapaz de desengaño, juzgó en estas palabras la obra de Cervantes. Fué el primer silbido que retumbó distintamente contra el entusiasmo de la guerra, la caridad cristiana y en armas de la andante caballería, el sacrificio, el culto de la mujer, la poesía de todas las exaltaciones, la defensa de todas las debilidades. Byron, ese bárbaro para quien no existe poesía fuera de la pasión, cuyas obras y cuya vida nos ofrecen una masa bruta de melodía rápida, de impetuosidad, de fuerza, de palabras inflamadas y de instintos desbordantes, Byron ha dicho del Quijote. Fué un gran libro que mató a un gran pueblo. com ener reali ya cond desp des, por mon la ve salir de li país estal bres quist de nom Alba tesc en si con tumt quen la ur La primera parte del Quijote vió la estampa en 1605, Cinco diversas ediciones se hicieron de ella ya el primer año de su publicación. Doce ediciones antes de que el autor publicase la segunda parte. Si se tienen en cuenta las diferencias de los tiempos, se advertirá que ese éxito iguala y aun supera los mayores alcanzados en estos tiempos nuestros de enseñanza universal obligatoria. se comprende, si se analiza el momento histórico de su publicación. En el curso del siglo xvi, España había la ba Euro Pe llare clara ahí Rege que conse los de cione Felip 322 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.