La razón II La razón no es, por otra parte, lo insuficiente que la escuela de Ud. la pinta. En medio de sus vacilaciones y de su eterna duda, qué de conocimientos ha ido atesorando. qué de conquistas sólidas no ha hecho!
Ha ensanchado de una manera prodigiosa los límites de nuestra acción. No podíamos por nuestros pies cruzar la tierra. aquí nos detenían los ríos, allí el mar, en otro lado montañas inaccesibles o impenetrables bosques; ella nos abrió por todas partes caminos, nos construyó puentes, nos dió carros y barcas, y nos procuro, por fin, el vapor de hélice y la locomotora. Por nuestras manos no podíamos levantar sino determinados pesos, ni vencer sino escasas resistencias: ella empezó por darnos la palanca, y terminó por entregar a nuestro servicio las fuerzas colosales de la Naturaleza: el aire, el agua, el fuego, el vapor, la electricidad, las materias explosibles. Por nuestros ojos no podíamos ver sino a reducidísimas distancias: ella nos ha procurado esos admirables telescopios por los que acortándolas, o, lo que es lo mismo, aumentando los objetos, distinguimos y podemos seguir y estudiar mundos que están de nosotros a millones de leguas. Por nuestros oídos no percibíamos otras armonías que nuestros salvajes cantos, el trinar de las aves, el rumor de las aguas y los vientos, el bramar de las tempestades: ella analizó y distinguió los sonidos y nos enseñó a producirlos y componerlos hasta llevarnos a la composición de esas complicadas y encantadoras piezas de música que nos arroban a la vez el alma y los sentidos.
En la esfera del espíritu qué no ha conseguido!
Ha descubierto las reglas a que el pensamiento obedece, y le ha dado, formulándolas, dirección y método.
317 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.