de No dejan de ser significantes los progresos morales a que este país ha contribuído, fuerza es decirlo, no escasamente. Por demás sería señalar aquí los nobles sentimientos espirituales, los altos principios de justicia y moralidad internacional, proclamados por el Presidente Wilson durante esta lucha desesperada.
Bien miradas las cosas, cabe decir que, a pesar los estragos que ha ocasionado la guerra, sus efectos ulteriores serán factores poderosísimos en el progreso económico social y el perfeccionamiento moral del hombre. En América hállanse reunidas gentes de todas las partes del globo. No obstante el carácter cosmopolita de la población, la autoridad central no puede menos de felicitarse de la conducta de los millares de extranjeros en los momentos más críticos para el país. Lejos de sublevarse, han contribuído y siguen contribuyendo por todos los medios a su alcance, a la causa común. No deja de ser esta circunstancia un buen augurio para el porvenir de la nación norteamericana.
Si gracias a la guerra actual el pueblo ruso logra sacudir el yugo burocrático y las naciones que integran AustriaHungría adquieren los derechos que les asisten y que son indispensables a su desarrollo económico social, el inaudito derramamiento de sangre no habrá sido en vano.
La guerra suele ser un gran igualador de los hombres que integran la sociedad y produce cambios radicales en su vida económica. Gracias a la guerra actual, el trabajo adquirirá nueva dignidad. El móvil principal en la vida económica del hombre no ha de ser, como hasta aquí, la emulación individual y la adquisición de los bienes materiales, sino el perfeccionamiento moral y espiritual de la humanidad entera. Esta guerra ha hecho posible un contacto íntimo entre las diversas naciones. Hay, pues, fundamento para creer que de aquí en adelante predominará en el mundo el espíritu democrático. WHITTLESEY, Jefe del Departamento de Estadistica de la Guaranty Trust Company de Nueva York.
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