Bourgeoisie

salto de agua; el clásico, el canal que lo encauza y la turbina que aprovecha su fuerza.
Esta proposición quedará demostrada si consigo probar: Que la lectura del Quijote nos consuela en nuestro desconsuelo, y por lo tanto nos acomoda a nuestro desencanto; Que Cervantes se propuso también consolarse de su desconsuelo, porque el desencanto era la nota fundamental de su alma al concebir y escribir el Quijote; 3º. Que la España de aquel momento histórico, también desconsolada y fatigada, a consecuencia de su labor heroica y excesiva durante todo el siglo precedente, hallo en el Quijote la sugestión que necesitaba para acomodarse a la cura de descanso que requerían su ánimo y su cuerpo.
Tratemos de reconstruir la impresión que deja en nosotros el Quijote la primera vez que lo leemos. Seamos ingenuos. Olvidemos la inmensa literatura crítica que el Quijote ha suscitado. Leamos las líneas y no las entrelineas. Las obras de arte no son misterios sólo accesibles a los iniciados. Al contrario, son expresiones de emociones comunes y corrientes. Procuremos ser aún algo más niños de lo que realmente somos. para realzar la emoción primaria que suscita en nosotros la lectura del Quijote, permítaseme contrastarla con la que deja otra obra de carácter tan elemental y eterno como el Quijote y de su mismo tiempo e importancia, el Hamlet de Shakespeare.
La primera parte del Quijote, que es la fundamental, se publicó el año 1605; hacia este mismo año se puso el Hamlet en escena.
Tratemos, pues, de imaginarnos las emociones fundamentales que produciría el Hamlet al burgués londinense que iba al teatro al comenzar el siglo XVII, y el Quijote al soldado español que por aquellos tiempos lo leía en las tierras de Flandes y de Italia.
Desde luego, es análoga la emoción que inicialmente suscitan Hamlet y Don Quijote. Ambos se ganan nuestras 291 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.