fesiones tensión mulan la dor de alegría Es ciones interest briría si profesio ambició ga, o un ción del picaz es para em cia trans de noso archiesp La que esti nuestro risa, las distracciones, e idealizando el ayuno, la vigilia, el celibato, el silencio, la soledad y la pobreza. la luz de nuestro actual conocimiento del hombre, la «mortificación del cuerpo se equipara en insensatez con los sacrificios humanos y los martirios. Los pueblos que han ido más lejos en la supresión de los instintos son señalados por su pasividad y su debilidad. Qué contraste entre los antiguos griegos, con su ideal de temperancia, y los modernos indús, quienes, atentos sólo a fortalecer la naturaleza espiritual a expensas de la naturaleza animal, parecen realmente haber gastado su vitalidad! La verdad es que, para citar a Graham Wallace. no podemos, en el sentido de San Pablo, mortificar nuestra disposición. Si ésta no es estimulada, no por ello muere, ni es el ser humano lo que sería si ella no hubiera jamás existido. Si dejamos inestimulada, o para usar un término más breve, frustrada, una cualquiera de nuestras principales inclinaciones, curiosidad, propiedad, prueba y error, sexo y el resto, producimos en nosotros mismos un estado de tensión nerviosa. La locura ascética está pasando, pero entre tanto el lado de trabajo de la vida se ha vuelto ascético e interesa cada vez menos a las tendencias nativas del hombre. El caso era malo bastante cuando, algunos miles de años hace, la caza le faltó y labrando la tierra hizo su primer conocimiento con el trabajo. Comenzó entoces la eliminación del más perezoso y la invención del látigo para obligar al hombre a inestimulantes tareas. Pero el labrador, trabajando con cosas crecientes al aire libre, y en contacto con animales domésticos, es un alegre hijo de la naturaleza comparado con el moderno obrero de las fábricas, alimentando con planchas de metal una máquina de horadar, por diez horas al día.
El desgaste de los negocios, por otra parte, es aliviado por situaciones que excitan los instintos cazadores, emulantes, combatientes o constructivos. El hombre con una empresa próspera de su propiedad, comunmente encuentra satisfacción en manejarla, y detesta tener que aceptar el puesto asalariado que le ofrece el trust que absorbe su negocio. El hecho de que la fraseología y las imágenes mentales del típico hombre de negocios están saturadas de escenas tomadas de la caza y la lucha, revela por qué tantos hombres de negocios permanecen en ellos mucho tiempo después de estar en posición de retirarse, y por qué repugnan tanto admitir que los negocios deberían ser una forma del servicio social y no una diversión.
Las profesiones atraen menos al hombre de la caverna en nosotros, aunque, sin duda, el abogado prueba el goce de la batalla, el predicador puede pensar de sí mismo que lucha con Satán, y el ingeniero puede deleitarse en combatir avalanchas. Si, después de todo, son menos ásperas que los negocios y la especulación, las protrabajad fiesta ha ansia; si estivado canso lo no pasa bolas, o torio y caballo jaula. que la laonat liares. cosas sa El hecho ñas cosa conscien mares brisa y los, els sol caye tosos, el de uno.
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