Carmen Lyra

del Estado es ilimitada, equivale matemáticamente a sostener el evidente absurdo de que todos los Estados Inglaterra, Francia, Brasil o Costa Rica poseen igual capacidad fiduciaria, de valor infinito.
Pero ¿quién garantiza la vitalidad indefinida de un Estado. No hay Estados conquistados por la fuerza de las armas o de las monedas. No hay otros que se suicidan?
El terreno de las matemáticas y de los principios fijos es precisamente el del SENTIDO COMUN. El carácter propio de la verdad es el de ser accesible a todas las inteligencias normales. Más o menos fácilmente, según la organización cerebral y los conocimientos precedentes de cada uno, pero siempre, la verdad es demostrable.
Los que oponen el sentido común a los principios, no saben en realidad lo que dicen: confunden el sentido común con la falta de sentido. Familiarmente, se dice de una cosa «que es de sentido común. para expresar que su comprensión no exige una inteligencia particularmente cultivada, jamás para expresar que la cultura intelectual se opone a dicha comprensión.
En todo triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos. Es o no de sentido común esta verdad? Si lo es, porque no hay persona equilibrada a quien no se la pueda demostrar. El tiempo y los medios requeridos variarán en cada caso; pero el resultado será el mismo: una convicción firme y luminosa.
El terreno de los principios es el del sentido común. Es el de la escuela propiamente dicha. Decir de algo «que recuerda las aulas universitarias es tributarle la mayor de las alabanzas, Las nociones comunes a Newton y a su cocinera son justamente las nociones científicas por excelencia.
Hay un aplauso que debo desde hace dias: es para CARMEN LIRA, por el oportuno trabajo que se ha impuesto de asegurar una vida literaria a los bellos cuentos populares en Costa Rica. Véanse los dos números primeros del nuevo periódico Lecturas, que dirige el señor Montalbán. Ya está el aplauso. Ahora el pellizco: No será posible rebajar un poquito de aquello que no sirva sino para fomentar supersticiones. Se contentará siempre la Autora con referir el cuento tal como se lo contó su tia Panchita o hará algo por mejorar la forma y sanear el fondo?
Otro elogio, esta vez para un hombre que da ya mucho y que promete más: el prologuista de Benavente en Renovación, que me parece ser «El Abate» mismo de La Prensa, Libre: me encanta su cordura y la forma correcta y sabrosa en que se revela.
Hay estupideces irritantes. Suenan feo, pero he meditado bien estas palabras. Una de las más irritantes, para mi, es la apreciación de las intenciones de un hombre. Unas veces, se invocan las buenas intenciones.
para erigir una estatua al autor de un daño palpable; otras, son las malas intenciones las invocadas para crucificar al que está derramando bienes reconocidos.
Si habláis de intenciones solamente, no me pidáis sangre fria.
Para disculpar una mala obra, lo más que cabe alegarse es ignorancia.
El juicio de las intenciones quédese para los Dioses.
239 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.