balcones para que entren por ellos rayos de sol y trinos de alondras, y leve susurrar de ramajes y perfume de brisas, y gritos jocundos de mocedad, que traigan como promesa perdurable el hervor de la vida que se renueva. Ay, qué triste ser viejo! Apesadumbrenos que lo sean los músculos que se relajan, y la piel que se arruga, y el flébil cabello que blanquea y aun la memoria que se enmohece; pero que no lo sea nuestro corazón; que no caigan las sombras sobre lo que palpitó tantas veces en la identificación con todo lo divino y humano; que no se pierda el místico transporte, que nos hace amable el sacrificio; que no se truequen en yertas cenizas las brasas candentes que fueron las causas mismas del vivir. Llegad, jóvenes, a nosotros, por los campos de pan, de vid y de olivo, ágiles, vigorosos, cubiertos con la piel de los recentales, mientras, apoyados en nuestros báculos, vemos destilar a los añosos cedros su savia resinosa, o miramos en el espacio con nuestros ojos empañados la lenta declinación del crepúsculo. Serán para vosotros nuestras salutaciones humildes y nuestro lugar en el escaño, y la dulcedumbre de nuestras orzas, y los frutos de nuestro naranjal, y el jugo de las parras uberrimas, que yerguen sus racimos como pechos de madre. vosotros nos abriréis los brazos y nos dejaréis escuchar los sones armoniosos de vuestras cítaras; y sobre vuestra fuerza poderosa y nuestra caduca debilidad pasará un vuelo manso de palomas como un relámpago de promesas.
ANTONIO ZOZAYA Sin título Extraña situación la de los escritores sinceros e independientes! cuando decimos independientes lo decimos no sólo del Gobierno sino de todo otro poder o influjo que pueda torcer el criterio o encanallar la pluma del escritor.
211 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.