se observa en una numerosa familia, que los padres tienen más consideraciones para los primogénitos, y que el más pequeño suele ser la delicia de la casa, mientras que los de en medio están como olvidados, aunque ordinariamente se porten mejor que los otros.
La avaricia de los padres que atesoran para los hijos, es un vicio que no tiene excusa: los desalienta, los envilece, los estimula a engañar, y los induce a frecuentar las malas compañías; y después cuando son dueños de su patrimonio, se dan a la crápula o a un lujo excesivo, y se comprometen en gastos exorbitantes que los arruinan en poco tiempo. La conducta más juiciosa que los padres pueden adoptar en este punto con relación a sus hijos, consiste en guardar con más cuidado su autoridad ratural que sus intereses pecuniarios.
Una costumbre muy imprudente en los padres, en los maestros y en los criados, es la de hacer nacer y alimentar entre los hermanos una cierta emulación que degenera en discordia cuando llegan a una edad más avanzada, y que turba la paz de las familias.
Los italianos tienen casi la misma ternura para sus hijos, para sus sobrinos y para los demás próximos parientes, y con tal que sean de una misma sangre, no miran que sean de la línea recta o de la línea colateral. la verdad es que la naturaleza no establece en esto mucha diferencia, pues vemos con frecuencia individuos que se parecen más a sus tíos o a cualesquiera otros de sus próximos parientes que a sus mismos padres, lo cual parece depender de una cierta casualidad.
Es necesario dirigir todo el plan de la educación hacia el género de vida a que los hijos se destinen y aprovechar esta tierna edad en que son más dóciles. No es absolutamente necesario arreglar esta elección conforme a las inclinaciones naturales que se descubran en los niños y suponiendo que adelantarán más en el sentido a que parecen inclinados; pero si se ve en alguno una aptitud y una facilidad extraordinarias para cierto género de estudios, de ejercicios o de ocupaciones, es preciso alentar entonces sus tendencias, en vez de contrariar la naturaleza impidiendo que las siga. Pero generalmente hablando, el más juicioso precepto sobre este punto, es el siguiente. Escoged siempre lo mejor, y el hábito se encargará de hacerlo fácil y agradable. Entre los hijos, son ordinariamente los segundos los que se hacen mejores sujetos; pero rara vez se logran cuando en su favor se deshereda a los primogénitos. De la obra de Francisco Bacon, Ensayos de Moral y de Política.
Traducción de Arcadio Roda Rivas. Madrid. Imp. de Minuesa. 1870.
Estos Ensayos fueron publicados por vez el año 1625, cuando Bacon ya había cumplido los 64 años de edad. 203 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.