TO Ad Sa Tr pues escri y la ju Pensador y artista, sobrante de corazón y entendimiento, se ofrece aquí muy dignamente prologado por el señor Gómez Restrepo en la revista Cultura, de Bogotá. No siempre sucede lo mismo con los célebres autores, cuyos recortes aparecen en RENOVACIÓN.
El insigne colombiano, sabiamente a tono con el gran escritor uruguayo, analiza y juzga, con miras de belleza y verdad, las obras de quien, muriendo, ya logró la inmortalidad, como el mismo Rodó dice de Leopardi en «El altar de la muerte. último recorte de este cuaderno.
Pero veamos el primero. Aspectos de la cuestión romana. Es un breve estudio, pero trascendental, donde la razón ilustrada coincide con la inculta que suele llamarse sentido común. El concierto entre ambas potestades no será obra de las Grandes Potencias, sino del tiempo, más eficaz que todas.
Nada digo del precioso «Diálogo de bronce y mármol. Muy conocido es ya del público, viene a ser platónica disputa entre David y Perseo, entre el «David» de Miguel Angel y el «Perseo de Benvenuto Cellini. La fatiga de este alocado sublime, al fundir su estatua, recuerda la «Campanas y serenidad frente a pasión fogosa. Nápoles la española es cosa que deberían leer muchos españoles, de ambos mundos, que no saben ni quieren saber de la madre patria, embobados consigo mismos y con novedades demasiado añejas, apartadas, inaccesibles, con decir que es sustancialmente española, dicho se está. dice Rodó, que participa de hispano americana afinidad. antes se ha fijado en el famoso. cómo no. Sólo que piensa ser frase americana y es de Castilla, usada por Suárez de Figueroa, maestro en su lengua, cuando mejor se habló.
Pero ante todo, y después también, Nápoles. Neapolis» y «Parthenope. llámese «Virgen. o «Ciudad nueva. es griega de nacimiento, griega en vicios y virtudes, no sé si decir «etaira. sentada orillas de la mar voluptuosa. Bien dijo, además, el viajero andaluz, según concluye Rodó. No hay más que tres ciudades en el mundo: Nápoles, Sevilla Montevideo. El último extracto habla de dos tumbas de las más célebres que se recuerdan, la de Virgilio y la de Leopardi. quien esto escribe, tan de prisa como olvidable, se olvidó ahora de citar dos puntos, acaso los más salientes, del autor, a saber. Pensando en América» el uno, y el otro. bien, formas divinas. Pero ya es tarde para volver atrás. Baste con mentar lo pasado en descuido.
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