este mu felicida dose de con los hombre gidos a debere intelect más pa merece se por su pasado remoto resonara todavía en el corazón de los hombres del siglo veinte.
No es ilusión. Esa resonancia existe. Existe y es legítima. La herencia ha estratificado en nuestro instinto los múltiples residuos de costumbres y creencias que fueron propias de nuestros abuelos lejanos; de tiempo en tiempo reviven, cuando los hombres se cansan o se distraen, tal como aparecen islotes en la superficie de un río cuando, por circunstancias fortuitas, se produce una bajante extraordinaria.
El hombre estudioso, aunque sensible a esas inquietantes solicitaciones estéticas y afectivas, sabe que ese mundo feudal fué un momento fugaz en la multisecular historia humana; sabe que ese pasado ſué un porvenir para las civilizaciones precedentes; sabe que la belleza, la virtud y la verdad se habían mecido ya en cunas más gloriosas; sabe que otros ideales, incesantemente renovados, habían animado a la humanidad en tiempos más lejanos. Y, mientras no olvida lo que sabe, infiere de ello la necesaria transitoriedad de las ideas y sentimientos de cada época, la falacia de todo esfuerzo que intente poner en el pasado los ideales presentes, la certidumbre de que el tiempo irá borrando en las gentes cultas las supersticiones que todavía sobreviven como bazofia de ideales cuya extinción parece ya indefectible.
persona Con es sabilida Emerso grande. Este conflicto entre supersticiones que luchan por perpetuarse e ideales que pujan por florecer, se observa en esferas diversas de la actividad contemporánea, revistiendo caracteres propios en el individuo, en la sociedad, en la humanidad, caracteres incesantemente renovados, de los que surge una perpetua brega por embellecer y dignificar la vida humana, dentro de las posibilidades creadas por el continuo acrecentamiento de la experiencia. Señalemos, aunque sea someramente, los aspectos del conflicto.
Los ideales individuales que antaño ponían fuera de No concor sentim vida la culti dad de sentim madre que yo ΕΙ la sun el triu poner do, es estímu pregui ;P inmor más que no 146 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.