explica al oyente la opinión, la doctrina y el suceso para enseñarlas o para repudiarlas, según los casos.
Enseñar es algo más que explicar, puesto que es instruir o adoctrinar. El que explica una doctrina errónea a fin de hacer patente su falsedad, claro que enseña, pero no enseña la doctrina que explica sino que la repudia.
Un ejemplo, entre mil, aclarará la diferencia. Se abre un libro cualquiera de Geografia elemental, y en la parte que trata de la astronomía se halla en primer término la explicación del sistema de Tolomeo, que supone la Tierra en el centro del uni.
verso y a todos los demás cuerpos girando alrededor de ella.
Viene en segunda el sistema de Copérnico, que considera al Sol fijo y los planetas girando a su alrededor. se agrega: este último sistema es el admitido en el dia.
La cosa es clara: se explica o da a conocer el primero; se explica y se enseña el segundo. No se enseña aquél porque se le tiene por erróneo. Adviértase que si el profesor es concienzudo, ni aun el sistema de Copérnico enseñará sin reservas, por que nada nos permite asegurar que en el sistema del universo no hay algo más que la teoría heliocéntrica. Por eso se dice solamente que es el admitido en el día, en lugar de darlo dogmáticamente como verdadero.
La diferencia entre explicar y enseñar es todavía mayor cuando no hay más que hipótesis para contestar las interrogaciones del entendimiento. Tal ocurre con la constitución interna de nuestro planeta. El profesor podrá y deberá explicar las diferentes teorías que tratan de descifrar el enigma, pero no deberá enseñar ninguna como verdadera y comprobada, puesto que no sabemos que lo sean.
En cambio podrá enseñar con ejemplos y razones, empírica y racionalmente, entre cien cosas más, el llamado teorema de Pitágoras, es a saber: en todo triángulo rectángulo se verifica que el cuadrado construído sobre la hipotenusa es equivalente a la suma de los cuadrados construídos sobre los catetos. como es muy extenso el campo de los conocimientos positivos, verificados y comprobados por todo el mundo, metodizados por la ciencia; y es más extenso aún el campo de las probabilidades de conocimiento, pleno de hipótesis, de opiniones, de teorías, pero falto de prueba y de certidumbre, es claro que para todo hombre de libre entendimiento la enseñanza, propiamente dicha, no deberá salirse de las verdades conquistadas indiscutibles, y, por tanto, habrá de reducirse al círculo de las explicaciones o exposiciones necesarias, de todo lo que es, en el momento, materia opinable.
Cualquiera, pues, que sea la base de una doctrina política, económica o social, y por grande que sea el amor que por ella 135 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.