circule de una manera perdurable, no puede o no debe ser profanado por la mentira; será tal vez porque también sesupone que aquel que ocupa la cátedra de la Prensa está más obligado que nadie a pensar mucho lo que dice, suposición que da mayor peso a sus informaciones y enseñanzas. Será por esas o por otras razones; pero ello es que Guttenberg, al dotar al linaje humano con el arte de multiplicar en el espacio y eternizar en el tiempo las ideas, no sólo descorrió en favor de las ciencias y las letras campos inmensos y fecundos, sino que agitó con hálito divino las facultades de hombres y de pueblos y aceleró e hizo infinita, en cierta manera, la fuerza que los impele a la civilización por el camino del progreso, unas veces tranquilo y otras veces tempestuoso, y bajo constelaciones ya plácidas, ya sangrientas.
De aquí la extraordinaria importancia del periodismo, de aquí la gravedad enorme de sus deberes y lo imponderable de sus responsabilidades. El escritor que fabrica en cierto modo la opinión pública, es decir, el periodista, dirige el laboratorio en que se forja el rayo o se produce la luz bienhechora, en que se cultivan la paz y la prosperidad o se desatan las guerras y revoluciones maléficas, en que se sirve a la verdad o se fomenta el error, en que se labra el bienestar del pueblo o se envenenan las fuentes de su vida.
No hay por tanto quizá entre las funciones de la vida republicana una tan grande, tan fecunda y tan trascendental, como ese misterioso taller de las ideas, como ese obrador soberano de las opiniones y aspiraciones populares. El Fausto que preside esa oficina, combinando los simples de la verdad o el error y preparando para la sociedad la panacea o el upas, es por consiguiente entre todos los ciudadanos el que mayores responsabilidades contrae ante el tribunal de la Justicia suprema y ante el tribunal de la posteridad. Por lo cual está obligado a pensar todo lo que dice, a seleccionar y ordenar todo lo que piensa, y a proceder con balanza de precisión, para que sus informaciones y su crítica se guíen por la verdad, la justicia y el amor 115 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.