ha hecho el vacío, precisamente porque no está presente la acción o presión atmosférica. esta explicación, que los encastillados en el racionalismo llamarían racional, no es más que una explicación de hecho, sobre la cual la razón puede construir todavía nuevas invenciones y nuevos errores.
En realidad, la razón es tan maravillosamente apta para explicarse los motivos de lo que la Naturaleza le da explicado, como incapaz de fundar por sí misma una sola verdad o una sola realidad, si.
se quiere. Es verdad que la experiencia de los siglos debería hacernos tan desconfiados de la razón como de la fe. Pero es más fácil y más cómodo imaginar e inventar que investigar pacientemente y encontrar con tanto trabajo coiño eficacia los hechos y las conexiones que los ligan, y de ahí que el pretendido racionalismo tenga tantos adeptos en todas las zonas y en todos los climas ideológicos.
Donde la experiencia falta, la razón quiebra casi siempre. No, no basta la razón. Todas las cosas tenidas por racionales suelen ser infundadas y opuestas a la realidad. lo sumo, van conformes a las apariencias. No, la razón no basta. Es precisa la experimentación constante, el análisis terco y porfiado de los hechos, la investigación tenaz, y, por encima de todo, la verificación necesariamente a posteriori, de las consecuencias deducidas, para que la razón pueda levantarse modestamente sin énfasis, a formular la más elemental de las verdades. Los hechos son algo más que los silogismos y mucho más que la escolástica, de que andamos aún contaminados los que presumimos de hombres de porvenir y somos solamente unos pobres remedos del hombre de ayer.
Menos razones y más experiencias; menos racionalismos y más realidades; menos gimnasia de calenturientas imaginaciones y más bagaje de conocimientos positivos y de hechos de naturaleza, nos harán aptos y merecedores de otras civilizaciones y de otro mundo mejor, que por el camino de las construcciones especulativas y de los disfraces de la fe andaremos siempre girando en torno de todo lo atávico y de todo lo erróneo.
Que es precisamente todo lo contrario de lo que, al parecer, muy racionalmente anhelamos. no se nos arguya que así como hay la razón de Pedro y la razón de Juan, hay también la ciencia de Juan y la ciencia de Pedro.
Cuando se habla de ciencia, se traspasa sus propios límites si en ella se quiere incluir algo que no esté comprobado y verificado de tal modo que no pueda suministrar materia de discusión. Si la suministra, podrá el asunto estar en los dominios de la investigación científica, pero no estará en la ciencia constituída; por cuyo motivo, la ciencia, propiamente dicha, es una y solamente una.
Dadas estas premisas. cómo admitir el adoctrinamiento de las gentes por medio del racionalismo que para cada individuo puede significar tal o cual otro método, sistema o doctrina filosófica y hasta reli99 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.