5 de Kleist. Qué nos importa la regla según la cual se derribe a nuestro enemigo, cuando yace a nuestros pies y con él todos sus estandartes. La regla que logra derribarlo es la más alta de todas. añadía el Emperador. El arte de derribarlo, lo sabemos ya, y ardemos en el deseo de ponerlo en práctica una vez más. En Enero de 1909 proclamó ante Alemania toda, su aprobación elogiosa del libro del Jefe de Estado Mayor, General von Schlieffen. El Tratado de Francfort no es más que una tregua. Todos los alemanes acariciaban el mismo sueño: Alemania dominando al mundo. El país no vivía siro repitiendo las máximas que habían hecho su grandeza y su fuerza. La invasión de Luxemburgo y de Bélgica estaba escrita en el territorio todo, como lo demostró en un discurso memorable Georges Leygues, que representa hoy aquí al Gobierno de la República. Sin embargo, ni Inglaterra, ni Francia querían creer en el peligro. Los Ministros ingleses creían que con hacer todo lo posible por mantener la paz evitaban la guerra. La Memoria del Príncipe Lichnowsky ha probado hasta qué punto se hallaban inspirados por sentimientos y propósitos conciliadores hacia Berlín. En 1912, en Londres, pude darme cuenta de cuán lejanas de sus espíritus se hallaban las preocupaciones que nos perseguían.
Es irrisión pretender, como lo hacen los alemanes, que Inglaterra meditase destruirlos. Inglaterra se hallaba entregada íntegra al trabajo, al comercio; gobernada por hombres de los más pacíficos, contaba apenas con un ejército de 150, 000 soldados.
Alemania le hizo notar claramente que seguía siendo el país de Federico y de Bismarck, la invasora de Silesia y autora del telegrama de Ems. Correpondió a los métodos de sus Ministros hiriéndola en lo vivo, apuntándole al corazón. de ahí a poco iba a sumar a tan horrendos recuerdos el asesinato de Miss Edith Cavell.
Entonces se cumplió el prodigio que venimos a glorificar aquí hoy, esta improvisación gigantesca, que exponemos a los siglos venideros, no para que la imiten, pues 83 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.