La política y los políticos Piensan hombres de bien que es la política la causa eficiente de todos los males. Las leyes, la justicia, los gobiernos, son, en su concepto, la caja de Pandora, surtidor inagotable de desventuras. Contribuyen a propagar esta idea, hasta hacerla casi de consentimiento universal, la decepción que nos causa a veces la obra de los legisladores y la triste huella que dejan a su paso por el poder muchos hombres en quienes fundábamos esperanzas las más halagüeñas.
Todo esto hace nacer en nuestras almas el escepticismo primero; la aversión hacia los hombres públicos después, y, por inducción, el aborrecimiento de la política, con lo cual se ahonda el mal que lamentamos, en vez de remediarlo.
En efecto, no es la política, ni son los políticos los que hacen daño; es la falta de política y la ausencia casi absoluta de políticos.
Porque ¿qué es aquella en puridad? No el arte de acercarse al tesoro público y llenar allí la escudilla; no el saber culminar en materia de aplausos y honores, ni mucho menos el hacerse capataces de los pueblos para disponer de los sufragios a su arbitrio. Ella es, por lo contrario, algo excelso. Es una ciencia y es un arte: como ciencia, se basa en la más alta filosofía y en el más puro derecho y sienta los fundamentos inconmovibles del Estado; como arte, aplica esos principios trascendentales y produce una obra estética: la legislación o el gobierno de la nación.
Ciencia abstrusa, de difícil inteligencia, que ha ocupado las mentes más poderosas de los tiempos antiguos y modernos; arte incomparable y excelentísimo que exige, no solamente el estudio, sino también todas las luces del genio. así como la obra de una estatua perfecta requiere en su autor una inteligencia nutrida en los principios nocionales de la anatomía y un temperamento artistico, del mis mo modo para la buena dirección del Estado, es indispensable, la ciencia y el arte de la política. Pero ni la una ni la otra las posee el hombre intuitivamente sino que las adquiere por medio del estudio, de la consagración y de la actividad.
No nacen los hombres de Estado; ellos se hacen. Sabios y artistas a un tiempo mismo, deben reunir en sí las más variadas condiciones y constituir una amalgama de cualidades las más diversas que sólo 77 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.