Otros afirman que los aliados constituyen un peligro imperialista como Alemania. Pero es también mentira. En todos los países hay individuos de aficiones imperialistas. Pero aparte de que no constituyen el Gobierno en ninguno de los países aliados, y en Alemania sí lo constituyen, los aliados no podrían tampoco, aunque quisieran, ejercer de un modo sistemático esa pretendida voluntad de dominación. En primer lugar porque son muchos, plenamente soberanos todos ellos, y con aspiraciones que sólo coinciden en oponerse a la voluntad dominadora de Alemania; pero, además, porque los poderes máximos de los países aliados, el llamado Imperio Británico (porque, en rigor, no hay tal Imperio. el Japón y los Estados Unidos, se hallan asentados en tierras alejadas del centro dinámico del mundo. así como cuando el mundo conocido se reducía a las orillas del Mar Mediterráneo, sólo la nación que ocupaba el centro dinámico del mundo, y fué entonces Roma pudo establecer su Imperio Universal, así también ahora sólo podrá establecer una supremacía absoluta sobre todas las otras, si es que la humanidad está llamada a padecer esta catástrofe y esta degradación, la nación poderosa que ocupe el centro de los continentes más poblados.
Otros dicen que no hay peligro de nuevas expansiones teutonicas, porque el pueblo alemán ha quedado escarmentado en esta guerra. No es verdad; no está escarmentado; pero si fuera cierto, no le habrían escarmentado los que tal cosa repiten, sino los que han luchado contra su ambición inmoderada.
Otros dicen. Pero no quiero seguir tratando como si fuesen teorías legítimas a excusas engendradas en mentira. Lo que se puede decir, con toda licitud, es que hay pueblos, como hay individuos, que se sienten demasiado débiles para arriesgar su existencia precaria en un conflicto que exige fortaleza al que quiera intervenir en el con eficacia. lo que también es perdonable, por lo mismo que difícilmente se confiesa en público, es que la vida es dulce, cómoda la neutralidad, y demasiado penoso el sacrificio que la conciencia pide. Ni aun creo necesario que la confesión sea pública. Al hombre que se diga, al tiempo de hacer sus oraciones. Señor. soy cobarde! le perdonará Dios, porque ya lleva su castigo en esa exclamación. Al que Dios no le perdonará será al que se invente teorías ayunas de verdad para justificar su neutralidad en esta guerra.
El incidente puede encontrarse en el Evangelio según San Marcos (Capítulo 3) y en el Evangelio según San Lucas (Capítulo pero el Evangelio que con mayor amplitud desarrolla la tremenda.
lección que contiene, es el de San Mateo (Capítulo 12. dice asi: Entonces fué traido a él un endemoniado, ciego y mudo, y le sano; de tal manera que el ciego y mudo hablaba y veía. todas 75 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.