1 Mas no es la anterior la única garantía que puede hacerse valer acerca de la absoluta confianza a que la prensa es acreedora. La fuente principal de ingresos de una publicación diaria son los avisos. éstos, cuando son de compañías poderosas, significan en el noventa y nueve por ciento de los casos el convenio tácito de que el diario habrá de ser cuando menos sordo, mudo, ciego, y hasta desprovisto de olfato, por lo que a los tejemanejes de esas compañías con el público respecte.
Dando de mano en gracia a la brevedad muchas otras consideraciones relacionadas con lo anterior que pudieran hacerse, detengámonos, antes de terminar, en esta otra; el diario para los fines del negocio tiene que circular en la forma más extensa posible. Para lograrlo, preciso es que resulte llamativo para el promedio de los lectores. La hoja que tienda, pues, a realizar ante todo lo que en teoría es la misión primordial de la prensa perfeccionar, instruir, ofrecer a quienes la leen una doctrina más o menos fundada, mejor o peor expuesta pero sinceramente profesada es muy probable que no alcance, desde el punto de vista de los ingresos, que es el esencial, la mitad de los frutos de que ha de recoger cosecha pródiga la hoja que, penetrada de su papel de mercancía, se esfuerce sólo en hacer la mercancía vendible.
De igual modo que fuera difícil concebir la preponderancia del politeísmo sin los oráculos, sería imposible, o al menos muy duro, explicarse la existencia del orden social moderno sin esa prensa charlatanesca, servil con el peor de los servilismos que es el que se oculta bajo máscara de dignidad e independencia y tan falta de entereza como sobrada de frases hueras, que con habilidad de sicofante, al par que transige con las peores flaquezas del público, explota su credulidad para comulgarlo con ruedas de molino casi a diario.
Se explica, pues, que los defensores de la libertad en la que se incluye desde luego la muy respetable de vivir a expensas del pró.
jimo convirtiéndole en bestia de reata hayan hecho de esa prensa objeto solícito de sus cuidados y tenido la precaución de colocarla en condiciones tales que como los ídolos parlantes de la antigüedad o dice lo que conviene o se tiene que quedar muda. Párrafos copiados del primer artículo de América Futura, York, Abril 1918. La pasión que debemos denunciar ante todo es el amor propio, o sea el amor desordenado de sí mismo, bajo todas sus formas, con sus exigencias, sus industrias, su tiranía. Se podría reducir al amor propio todas las causas de ilusión.
Es él quien da las más de las veces color a las cosas, proporción a los sucesos, cualidades y defectos a las personas. Engañándonos bajo su influencia, nos engañamos en su provecho: él se alimenta de las ilusiones que nos inspira. MONS. GAY. Trad.
61 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.