La susceptibilidad No hay nada para las gentes de buena voluntad que más duela ni que más daño cause en las relaciones sociales como los «malentendus. los errores de interpretación de actitudes y de palabras.
Claro que la susceptibilidad es mayor cuanto menor es la cultura.
Ante una frase, un gesto, un poco ambiguos, las gentes están siempre en guardia, concluyendo por darles el peor de los sentidos. partir de ahí comienzan a jugar el amor propio, la vanidad, la exaltación personal en forma que las armonías se rompen y, como no existe una vida moral subterránea lo bastante fuerte para ligarnos a todos, resulta que nos perdemos en los caminos del egoísmo y de los individualismos estériles. De esta suerte ocurre que los hombres se cruzan, procurando siempre soslayarse, huyéndose, como si temieran encontrarse frente a frente, sembrando sólo recelos y desconfianzas en torno de cada uno. Nadie quiere deponer su actitud. Sería muy fácil, con alguna solidez espiritual, tener la humildad de acercarse al corazón del prójimo; pero todos sienten el escrúpulo de esta prueba como un síntoma de debilidad. se confunde la dignidad con un falso orgullo.
Mejor sería, innegablemente, que las formas respondieran de un modo claro y cristalino a las intenciones subjetivas; mas, cuando a veces, por torpeza o mala fe de nuestro prójimo, esas actitudes aparezcan turbias, es deber de todo el que se dé cuenta de ello y tenga la conciencia de estas cosas, ayudar a redimir esos espíritus pobres o limitados. Bastaría con ser piadosos y llevar la sonrisa del perdón en los labios.
De El Nuevo Tiempo De un artículo del escritor venezolano Sr. Domínguez Acosta, publicado bajo el título De lejos y de cerca. Tal vez no se conozca en la crónica de los gobiernos el caso de otro pueblo que, en el orden del alemán, hubiese calculado y acumulado tanto sus múltiples capacidades de voluntad hasta disponerlas de tal manera que se sintiese, al cabo, dentro de la armadura de una organización inquebrantable que le prometiese el éxito del señorío universal. Bajo este plan caminaron sus generaciones, año tras año. Bajo él sus institutos educativos funcionaron con la precisa uniformidad de una sola máquina, a un grado tal que, en la eficiencia de semejantes talleres de preparación y de creación, se repujaron los genuinos resortes de viabilidad, de agilidad, del imperio de los Hohenzollern, Con los profesores colaboraron los escritores.
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