Democracy

de lor.
nte tos rioica, de la ho el itaste vsa ha los, ué de la ta. Comenzar a educar al pueblo para la democracia. Palabras. Necedades! Business is business. Negocio es negocio. Que cada cual haga el suyo. Ganar dinero, mucho dinero, es el de los señores de las rotativas, y puesto que el mundo de los lectores se compone de necios, explotemos su necedad. la verdad? No gustan de ella los gobiernos que nos facilitan sus noticias y nos pagan su publicación. La verdad es fría y poco atractiva. Es mercadería que no gusta a los consumidores de la noticia diaria, sensacional y falsa como el escándalo crudo, inventado o cierto, que les servimos. La verdad puede refugiarse en las revistas. El campo del diarismo es otro: el del negocio. Lícito o ilícito, nada importa, si da buenos dividendos.
Su objeto es atraer a las masas adonde convenga a la empresa y a los alquiladores de sus servicios. Empujarlas hacia acá, hacia allá o hacia el infernal torbellino de la guerra ¿qué más da? Mientras mayores perturbaciones en el mundo, mejor para la empresa. El horror de las situaciones aumenta la sed de la curiosidad, y los dividendos crecen como la sed provocada por los diarios. Verdaderas o falsas las noticias, not cias son al cabo, que el imbécil lector digiere y paga.
No; la época no es propicia para educar al pueblo en la democracia. No; el tiempo propicio para educar a los pueblos no es, no puede ser el de este desorden universal, alimentado, como nunca, con noticias fabricadas, precisamente, en esas agencias señaladas por Mr. Williams, fomentadas por los gobiernos inculpados por mister Williams, y adobadas al gusto del consumidor por las redacciones de esa prensa cuyo Congreso permanente preside Mr. Williams.
Pero puede que lo sea para comenzar a discurrir la manera de educar a los diaristas en el culto de la verdad, de la justicia, del deber.
Puede que lo sea para retornar al camino que transitaron los Adams, los Hamilton, los Franklin y tantos otros de los compatriotas de Mr. Williams, que honraron a la humanidad en los albores de su gran país. Puede que lo sea para que la ley regule el diarismo como ha regulado la venta de los artículos alimenticios y el expendio de las sustancias medicinales en la América del Norte. Porque es a los pretendidos educadores del pueblo a quienes hay que educar para la democracia. Si no, es la repetición del sabido cuento de los Cangrejos educadores. Hijos, andad en linea recta. como nosotros y los hijos seguían la oblicua que transitaban sus padres. La prédica sin el ejemplo, nada vale. Comenzad por ahí, Mr. Williams. Comenzad por ahi, diaristas norteamericanos. Porque o mucho nos equivocamos o fuisteis vosotros y vuestros empresarios los que convertisteis la tribuna en martillo, el faro en kaleidoscopio y la pluma del escritor en pluma de ganso vendida al mejor postor.
los pas St1 Ira erps, as en ne de isce as a QUINTILIANO 43 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.