rosidad, generosidad y honor pueden denunciar en tales casos la explotación apresurada e inexorable de tales ventajas como indecente y deshonrosa, pero la ley, que es menos sensitiva, lo permite. a esta casuística ha de contestarse que no es verdad que el derecho internacional permite aprovecharse de asesinos, incendiarios y ladrones. Si las leyes internacionales no tocan estos puntos es porque no admiten la posibilidad de su existencia. ahora, cuando vemos que el libro del Estado Mayor Alemán sanciona el empleo de asesinos, incendiarios y ladrones para los fines de la guerra, podremos ya sorprendernos de las atrocidades alemanas? Ellas nos muestran ciertamente «la independencia del Estado en su individualidad. como decía Hegel.
RAMIRO DE MAEZTU (Continuará. En rigor algunos de estos puntos habian sido ya previstos y expresamente prohibidos. Así los articulos 12 y 13 de la Conferencia de Bruselas, 1874, desmienten rotunda mente la afirmación del Estado Mayor Alemán. Art. 12. Las leyes de la guerra no permiten a los beligerantes un poder ilimitado en cuanto a los medios de perjudicar al enemigo. Art. 13. Conforme a este principio se prohibe estrictamente. a) El uso de veneno y de armas envenenadas. 6) El asesinato por traición de individuos pertenecientes a la nación hostil o a su ejército.
Inútil añadir que los acuerdos de la Conferencia de Bruselas fueron firmados por el delegado de Alemania, General Voigts Rhetz.
Silva, me dijo uno de los más listos, vamos a hacer algo de tí, amigo mío: noto que tienes un fondo de genio, pero que no sabes hacerlo valer. El miedo de hablar mal te turba, cuando, al contrario, aventurando discursos es como se convierten hoy muchas gentes en bellos espíritus. Quieres brillar? Nada más fácil. da rienda suelta a tu vivacidad y escupe cuanto te venga a la boca: tu atolondramiento pasará pronto por noble audacia. Puedes chorrear cien impertinencias, que una sola buena ocurrencia bastará a que sean olvidadas las tonteras y retenido el rasgo feliz. Es lo que practican tan afortunadamente nuestros maestros y lo que debe hacer todo hombre que corra tras la reputación de espíritu de alto vuelo.
De Gil Blas. trad. 25 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.