profesores alemanes. En cuanto mediten dos minutos en este hecho, no se sorprenderán de que sea posible la comisión de actos crueles en la guerra, al mismo tiempo que se invoca el nombre de Dios.
Este Dios a que se invoca no es enteramente el nuestro. Nuestro Dios no se conforma con la fe, sino que también nos exige las obras.
Al Dios de Prusia le basta con la fe.
Un luterano danés, el profesor Sr. Bang, de Hellerup, ha recogido millares de pasajes alusivos a la guerra, procedentes de sermones, libros y folletos de pastores luteranos de Alemania. El profesor Bang resume su contenido en estas palabras. Prueban el hecho de que cuando se habla de germanismo los germanos son incapaces de hacer crítica. Se muestran sinceramente adoloridos y extrañados de que las demás naciones no puedan comprender la verdad de que si los alemanes hacen uso de gases asfixiantes, bombardean ciudades indefensas, hunden Lusitanias, etc. deben de tener buenas razones para ello, porque si así no fuera Alemania no soñaría nunca en portarse de semejante modo. Hay que confesar que todos los pueblos, como todo los hombres, caen fácilmente en la tentación de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Pero lo que no dice el profesor Bang, aunque sea evidente, es que esa tendencia a la propia justificación tiene que fortalecerse con una teología y una religión que dicen al hombre que se salva por la sola fe de creerse redimido en la cruz, que no le obligan a arrepentirse y que, consiguientemente, tampoco le enseñan a hacer examen de conciencia.
La complacencia con que los alemanes se ufanan de sus pecados, sólo puede explicarse cuando se recuerda que su religión no les enseña a hacer examen de conciencia, que es un método por el que aprenden, en lo posible, los demás cristianos a juzgarse a si mismos como juzgan a los demás.
La doctrina luterana de la justificación por la fe sola se completa con la doctrina hegeliana de la impecabilidad del Estado, que también prevalece en Alemania, y sólo en Alemania de entre todas las naciones del mundo. Hegel no dijo precisamente que el Estado.
es impecable. Lo que sí dijo es que el espíritu objetivo se realiza en el Estado. Esta proposición no es fácil de entender. En cambio, se entienden muy bien estas otras: el individuo debe venerar en el Estado la síntesis de lo terreno y celestial; al Estado, en cambio, le es indiferente el destino de los individuos; su autoridad es incondicional. ninguno de los ciudadanos se pertenece a sí mismo, porque todos pertenecen al Estado. El Estado está por encima de la moralidad internacional. porque «la guerra muestra la independencia del Estado en su individualidad. el Estado de que habla Hegel no es el Estado abstracto, sino el Estado positivo y concreto. Su libro Filosofia del Derecho lleva impresa en grandes caracteres la sentencia que dice. Todo lo racional es real; todo lo real es racional. Su Estado es el regido por la Monarquía y los burócratas de Prusia, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.