archivadas inconscientemente en la memoria en forma irritante. Debe mencionarse aquí una costumbre de los Estados Unidos, costumbre al menos más visible y general en este país. Permitasenos decir antes que el aire puro, excitante, de Nueva York parece producir un efecto irritante continuo sobre las mucosas de la garganta. Londres ha rechazado el liábito que de allí se desprende y se exterioriza en las calles y hoteles de Nueva York. La masticación de chicle, digámoslo, es un hábito plebeyo del cual el obrero inglés, solicitado ahora vivamente por el comercio de los Estados Unidos, jura que jamás llegará a hacerse esclavo; y el trabajador norteamericano, en cambio, asombraria a su camarada inglés replicando que ciertos rasgos de las calles de Londres, que los ingleses juzgan di emporio de las instituciones civilizadas, deshonrarían una selva africana.
En la forma convencional de relaciones abundin estas diferencias que representan para los superficia les, indicaciones definidas del carácter. Un duque inglés, por regla general, es más accesible que un millonario norteamericano; pero aun el más humilde transeunte inglés en cualquiera ciudad de provincia de los Estados Unidos se sorprende al pirse pregun tar repentinamente. Oiga, Bill. qué hora es? la reticencia con que expresa fríamente el inglés la medida exacta de su gratitud, es tan divertida para el norteamericano como lo es para el primero la ceremoniosa exuberancia con la cual algún personaje eminente de los Estados Unidos, a quien el otro ha estado molestando por espacio de media hora, le asegura, oprimiendo su mano con fervor, que ha tenido el 366 mayor placer en conocerlo. En los Estados Unidos se exagera habitualmente la cordialidad, llegando a veces al punto de creer que existe realmente en la forma manifestada. La balanza se inclina más del lado de la América del Norte, indudablemente; pero es un hecho que, a fuer de simple costumbre, en América se expresa más de lo que se siente y en Inglaterra se siente más de lo que se expresa. Muchas de estas diferencias se deben no a rasgos actuales de carácter sino a condiciones primitivas que ha mucho dejaron de existir. El gato da y da vueltas antes de echarse a dormir, porque sus remotos antecesores necesitaban en otro tiempo fabricar su lecho entre las altas hierbas. Mucha de la exuberancia de los Estados Unidos proviene similarmente de las antiguas costumbres de los tiempos coloniales en que la vista de un desconocido o de un blanco reconfortaba el corazón.
Chispas semejantes han contribuído a veces a encender la conflagración de la guerra. Estas triviales diferencias de costumbres forman la mayor parte del carácter nacional como se describe generalmente, o más bien, de la caricatura internacional. La facilidad con que las disiparía una ráfaga de cordialidad de muestra su insignificancia. Precisamente en esta forma trivial el francés era mirado hasta hace poco tiempo por John Bull como un mono, una criatura desequilibrada e imposible, un ebrio intelectual; y los franceses retornaban efusivamente la certeza de su antagonismo eterno. En el transcurso de una década todo este maderamen ha sido barrido de las cuevas de sublimación. La atmósfera mental se ha depurado preparándose al entusiasmo. Que atraviese las calles de Londres el 367 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.