con inocente regocijo el desenlace de la farsa, o, mejor, la farsa del desenlace. el Gobierno de Washington? Dijo. Amén!
Estamos resueltos a no reconocer en los países muy débiles ningún gobierno que sea inconstitucional. Treinta y tres meses después, el 27 de Enero de 1917, don Federico Tinoco Granados, Ministro de Guerra del señor González, resolvió designarse para hacer las veces de Presidente: tenía a su disposición la máquina misma que había servido el 28 de Abril de 1914 para proteger la designación de entonces: LOS CUARTELES. Siempre el abyssus abyssum invocat, de David. Luego, el señor Tinoco, para sanear sus títulos, convocó al pueblo a elecciones presidenciales.
Pero una considerable porción del país se retrajo y no voto. La parte que votó, ratificó al señor Tinoco sus poderes de hecho.
Andrés Carnegie opina que la carrera del Derecho aguza, pero empequeñece el espíritu, haciéndose notar que los abogados eminentes rara vez har sabido gobernar a sus semejantes.
La opinión de Carnegie es la opinión de muchas personas sensatas que no figuran precisamente en los rangos de la abogacía.
El abogado, si es leguleyo, tiende a buscar un acomodo no a la ley, sino a su persona; si es medianía, trata de conciliar la ley y sus intereses propios; y si es preeminencia busca el sofisma, y encontrado que lo sea, lo esgrime a su antojo, sin otras limitaciones que las que le marquen su honradez y su conveniencia.
La agudeza del ingenio aplicada a las leyes produce serios trastornos sociales, máxime si los legisladores han sido abogados o autores de ellas. Los códigos son para los abogados una especie de caja de Pandora: sacan de ellos cuanto necesitan. Las obstrucciones parlamentarias proceden generalmente de los grupos de representantes del pueblo que son abogados o aficionados, cuando menos, a las agudezas del Derecho.
De la Revista Universal, New York, Trozos del artículo Legitimidad, de Quintiliano, publicado en el cuaderno nº 41 de Eos, Agosto de 1917.
El Gobierno de Washington reconoció el de Panamá simulacro de Gobierno dentro de las cuarenta y ocho horas de su aparición, siendo evidente de toda evidencia que carecía absolutamente de medios propios para mantenerse y prevalecer contra las fuerzas de la República de Colombia. Más tarde reconoció el de Madero y recientemente el de Carranza, en México, surgidos ambos de la revolución armada, el de Benavides, en el Perú, nacido de un golpe de Estado del Ministro de Guerra, el de Haití, producto de una revuelta, y últimamente el de Rusia, antes de saberse siquiera si podrá mantenerse contra las fuerzas de la 339 338 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.