un objeto, las partes relativas al trabajo y al capital se encuentran siempre incluídas en ese precio en sentido inverso, opuestas la una a la otra: la parte del trabajo sube cuando la del capital baja, y viceversa.
Cuando los salarios son buenos (en otras palabras, cuando el trabajo es caro. los objetos son baratos para los trabajadores y caros para los propietarios.
Inversamente, cuando los salarios son bajos (o sea, cuando el trabajo es barato. los objetos son caros para los trabajadores y baratos para los propietarios.
Esto es inevitable.
El precio de las cosas resulta de la ley de la oferta de la demanda. Es una utopía el tratar de controlar o abrogar esta ley, puesto que ella obrará siempre en favor del trabajador o en favor del capitalista.
Tratar de cambiar resultados, tratar de evitar efectos y guardar a la vez cuidadosamente la causa de la cual esos efectos son consecuencias necesarias e inevitables, es una utopía; es la roca de Sísifo, el tonel de las Danaides, la cuadratura del círculo transportada al dominio de la economía política.
ta y de la demanda, para proteger los ahorros del pueblo, los salarios de los obreros y el sueldo de los soldados, contra las especulaciones de les industriales y de los comerciantes. Escribimos de intento ha sido, porque nos sentimos de veras muy cerca de Diocleciano en estos momentos en que los estadistas de las naciones en guerra y sus tristes imitadores de otras partes, superan a los cañones en la obra común de destrucción.
Diocleciano pretendió fijar el maximum de los precios y el minimum de los salarios, mediante una reglamentación minuciosa, impuesta por la fuerza. Al mismo tiempo, transformó en SERVICIOS PÚBLICOS una multitud de industrias, recurriendo a las «corporaciones obligatorias. Esas industrias eran particularmente las relativas a la alimentación del pueblo. El obrero que formaba parte de una corporación, tenía que seguir en ella toda la vida y el hijo heredaba obligatoriamente el cargo de su padre. En una palabra: Diocleciano fijó los precios, fijó los salarios y estableció además del antiguo reclutamiento para el servicio militar el reclutamiento forzoso para el servicio agrícola e industrial. Qué más podéis idear, sucesores de Diocleciano, que no poseéis sin embargo ni el sentido práctico ni ninguna de las otras condiciones de gran hombre de Estado reconocidas por los historiadores en aquel emperador? Sus intenciones eran excelentes; su autoridad, soberana; sus recursos, los de un inmenso imperio.
El sistema caminó. como pudo, gracias a un buen código pénal para castigar a los delincuentes, a una buena policía para cogerlos y a buenas prisiones para encerrarlos.
El edicto de Diocleciano El edicto de Diocleciano, promulgado el año 301 (ihace más de 1600 años. y conocido con el nombre histórico de «edicto del maximum. ha sido el más notable ensayo de reglamentación de la ley de la ofer250 251 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.